domingo, 4 de febrero de 2018

SUMA Y SIGUE: 1,2 MILLONES MÁS.



El titular dice: "El Campello admite a trámite la reclamación de 1,2 millones por el fallido centro comercial". Y todo ello, a instancias de la Consellería a causa de la petición por responsabilidad patrimonial de la urbanizadora. O lo que es lo mismo: otro proyecto virtual del gobierno de la derecha que se suma a la ya interminable lista de pufos que las ocurrencias de los gobiernos presididos por el pp han dejado para que los asuman los ciudadanos y ciudadanas de El Campello.
Ahora, como con el Plan General, el parking, el parque central, etc. las arcas municipales deberán destinar cantidades presupuestarias para indemnizar las aventuras de un gobierno que esgrimió ( y todavía no se avergüenza de ello) la bandera del "interés general", cuando en realidad eran, como decía, ocurrencias que nos van a salir caras.
En ésta cuestión, como en el resto y los venideros pufos heredados, cabe una explicación clara y, por supuesto, la exigencia, por vía legal, de las responsabilidades correspondientes. Los políticos que tomaron las decisiones y los técnicos que las avalaron.
Cuando el gobierno de la derecha hablaba ( y sigue haciéndolo sin sonrojarse) del interés general, ¿ a qué se refería?. La cuestión es que, utilizando la delegación concedida por las urnas, e instrumentalizandola en función de sus intereses ( que a día de hoy, y visto el costo que está teniendo para las arcas municipales, no está claro cual es), tomó decisiones en las que ahora debe asumir su responsabilidad, por ejemplo, dimitiendo, debido al claro perjuicio que estas han ocasionado para los intereses colectivos ( que no siendo generales, si lo son de una mayoría).
El interés general es un eufemismo que en el fondo lo que oculta es la imposición de ideas e intereses particulares. La cuestión es que no existe un único interés. La opinión pública es cambiante por lo que una exigencia de un gobierno es tener una idea coherente de pueblo en función de los valores y principios que lo inspiran. Y dicho esto, ¿cual ha sido la idea coherente de pueblo que la derecha tenía, que no fue ni será y que no obstante tenemos que pagar todos y todas?.
Creo que el argumento de "en política se toman decisiones, unas positivas y otras negativas, y ésta ha sido negativa", como si las decisiones políticas fueran asepticas; como si no tuvieses ideología. Pero no es así. Las acciones políticas forman parte de una idea, contiene ideología y expresan intereses. De ahí que mi valoración sobre la hipótesis planteada sea que, la derecha lo hizo pensando en el interés de unos pero perjudicó a muchos, algo que la ciudadanía no debe olvidar, sea la cara que sea la que encabece el cartel. Y por otro lado, que las excusas sobre buenas o malas decisiones no son, ni propias ni dignas de alguien que quiera , no solo representar, sino estar al lado de la mayoría de una sociedad que, "gracias" a esas malas decisiones va a tener que renunciar a políticas públicas de bienestar social.


LA INDIFERENCIA, PRIMER PASO DE LA RESIGNACIÓN.

El "no nos representan" fue un eslogan, un grito de una ciudadanía desesperada que sufría ( ¿sufría?) las consecuencias de una cruel crisis económica y financiera pero, ¿donde ha quedado ese grito?. El sistema, cimentando su posición hegemónica sobre la construcción de un "sentido común" basado en la primacía de la responsabilidad individual ha conseguido que los movimientos ciudadanos que monopolizaron las protestas sociales a partir de 2011 pasen prácticamente a la irrelevancia. Y todo ello, sin que las organizaciones tradicionales hayan integrado de forma sustancial las reclamaciones sociales más que de forma, o simbólica o meramente instrumental.
El panorama es desalentador, a la vista del silencio de la sociedad. Un silencio que se ha sumado a ese perverso término de "mayoría silenciosa" ( franquismo sociológico) que tanta tranquilidad proporciona a las estructuras de poder.
El término sentido común es utilizado como sustituto de razonable y lógico. En contraposición coincido con el geógrafo David Harvey que afirma : "Para que algún sistema de pensamiento llegue a ser dominante, requiere la articulación de conceptos fundamentales que se arraiguen tan profundamente en entendimientos de sentido común que lleguen a ser tomados por dados e indiscutibles". Es cierto que en los municipios pequeños o medianos como el nuestro, la expresión de la desafección con la política no alcanzó los niveles que en las grandes ciudades. No obstante, si ese descontento si se agregó en las urnas, multiplicando la representación y propiciando un cambio político, al menos en las estructuras del poder. De ahí que el silencio social tampoco sea un hecho a resaltar.
Tras dos años y medio de legislatura, las voces de descontento y discrepancia son puntuales y se centra en colectivos muy determinados, algo que no parece preocupar demasiado al gobierno municipal. Parece que exista una cierta confianza en que esa "mayoría silenciosa" volverá a darles la oportunidad de gobernar, pese a la, digamos, irrelevante legislatura que hasta ahora hemos tenido. Las premisas discursivas sobre las que se cimentó el cambio no se han concretado en políticas. Es cierto que los equilibrios y desequilibrios de las mayorías han situado las políticas públicas en meros hechos puntuales, importantes, pero puntuales. La debilidad del gobierno no parece ser excusa suficiente para que las propuestas con las que los diferentes partidos se presentaron a las elecciones se hayan concretado en iniciativas institucionales. Por hablar de algo en concreto, podríamos referirnos al Presupuesto, o a la resolución o amortiguación de los distintos litigios en los que se haya inmersa la institución municipal que condicionarán el futuro local, como mínimo a medio plazo. Pero ahora la cuestión es, dada la proximidad de las elecciones, analizar si las diferentes organizaciones podrán presentarse ante la ciudadanía defendiendo su gestión política y con qué propuestas pedirán el apoyo de una sociedad local inmersa en la indiferencia.
Sobre la cuestión de la representación ( pido perdón, pero es una cuestión en mi opinión relevante en un sistema democrático representativo) el multipartidismo que ha protagonizado el gobierno supone algunos problemas pese a no descalificarlo como alternativa al bipartidismo o al monopartidismo que se dió durante más de veinte años. Cuando son bastante los partidos que compiten por la representación, castigar a las formaciones políticas con la oposición es más complicado: la ciudadanía pierde parte de su capacidad para asignar responsabilidades de forma clara. Y en éste contexto ( el de multipartidismo) los dirigentes políticos ganan espacio y capacidad de maniobra, en su caso, para seguir en el poder pese a que los posibles resultados hayan sido negativos. En mi opinión, uno de los déficits de la presente legislatura y que, con toda seguridad jugará un papel en la determinación de la decisión de la ciudadanía es la falta de explicación. El gobierno no ha podido o no ha sabido explicar porque se han hecho o por que no determinadas cuestiones: no hay política sin comunicación. Y la publicidad no es suficiente.
Otra cuestión a valorar será si el gobierno ha sido capaz de recoger las demandas ciudadanas, aunque ésta cuestión es más compleja dado el silencio social o la confrontación abierta con los colectivos vecinales sobre asuntos que vienen de lejos.

La cuestión sobre la que tendríamos que reflexionar, no es sólo si las protestas exigiendo más y mejor democracia, sino si la política ha recibido el mensaje o no, y si están a la altura de lo que la sociedad, aunque no de forma explícita, exigió y sigue pidiendo.