En el diario Información
de hoy 26 de noviembre, aparece una noticia (más) que define, entre
líneas, la "calidad" de los dirigentes políticos locales.
El titular dice " El Campello rechaza asumir el coste de
levantar el nuevo cuartel de la Guardia Civil...". Más
adelante, en el cuerpo de la noticia, "explica" que el
Alcalde no está dispuesto a abonar la construcción (1,5 millones).
Existen varias
contradicciones en el relato informativo que el diario Información
transmite a la vecindad campellera. Por un lado, el Alcalde no es
quien tiene que decidir si asume o no el pago de esa obra, al no
disponer el gobierno de mayoría suficiente como para acordarla. Por
otro, El Campello NO rechaza abonar la obra, como más adelante
explica, sino que no puede hacerlo "gracias" a una parte
relevante de la herencia que la derecha gobernante durante más de
veinte años ha dejado, no para el actual gobierno, sino para el
pueblo de El Campello.
El grupo popular, que
presenta ésta moción ( o cede parte de sus concejales para aprobar
el plan económico financiero de la Piscina Municipal que debieron
realizar ellos junto con el proyecto) es el grupo mayoritario en la
oposición y aspirante a volver a gobierno, y lo que todavía tengo
que explicarme es esa "orientación de súbdito" sobre la
que la derecha se apoya para afirmar su legitimidad: una ciudadanía
que acepta sumisa la sucesión de irresponsabilidades y que todavía
les sigue confiando su voto. Claro, aquí se podría aducir que
existen condicionantes diversos para explicar ese "voto de
súbdito", como la ausencia de una alternativa clara que pueda
concitar el apoyo mayoritario, y así lograr un gobierno estable.
Por otro lado, creo que
es interesante centrar el foco de la atención: por una parte, el
cinismo de la derecha al reclamar cosas que sabe imposibles al ser
responsables directos de las circunstancias que van a condicionar la
vida económica municipal de forma importante,y por otra, la falta de
carácter de un gobierno que no señala y exige responsabilidades a
los que, por sus decisiones, nos han situado en esta imposible
encrucijada.
El Alcalde, quizá
imbuido por el estatus que confiere el cargo, se "arrogó"
ante el Delegado del Gobierno la potestad de decidir si se financiaba
la obra o no, para posteriormente darse cuenta de que la situación
de las arcas municipales era extremadamente precaria ,"gracias"
a las decisiones de los gobiernos de la derecha, pero sin mencionar
siquiera esa responsabilidad; no digamos iniciar las acciones
necesarias para defender los intereses de los y las vecinos y
vecinas.
Las reclamaciones
"millonarias" de los afectados por la suspensión del Plan
General de Ordenación Urbana van a condicionar, al igual que la
indemnización por el parking de la Avenida Els Furs, las cuentas
municipales. No disponer de un superavit construido sobre las
espaldas de los vecinos, va a ser una responsabilidad que, pese a
heredada, y repartida con el "sheriff Montoro", van a tener
que asumir los actuales miembros del gobierno municipal. Y todo ello,
sin iniciar, como decía, acción alguna para dirimir las
responsabilidades políticas y técnicas, porque digo yo, que a parte
de la decisión irresponsable de un político habrá existido un
apoyo técnico, ¿no?.
El cinismo político
nada tiene que ver con aquella escuela filosófica que propugnaba una
actitud prácticamente antisistema y rechazaba la moral aceptada.
Tiene más que ver con la primera acepción de la palabra en su
sentido moderno:actitud
de la persona que miente con descaro y defiende o practica de forma
descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general
desaprobación.
A
la vista, tanto de la debilidad del gobierno municipal, como de una
oposición claramente anclada en el "cuanto peor, mejor",
personalmente doy por perdida la presente legislatura, aunque
seguramente todavía veremos cosas que nos sorprenderán o que a lo
peor, nos enfadarán mucho. Las perspectivas no son demasiado
halagüeñas, aunque como dijo aquel, la esperanza es lo último que
se pierde.
Como
bien afirma Ulrich Beck ( autor de la obra La Sociedad del Riesgo),
"El ciudadano que quiere resolver los problemas que no han
sabido ni prever ni evitar los especialistas, se los encuentra de
nuevo entre sus manos. No tiene otra solución que mantener la
delegación ( a los políticos y especialistas), pero multiplicando
esta vez los dispositivos para controlarlos y vigilarlos.
No
se si hemos aprendido algo o todavía nos queda mucho por aprender.
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