La
pregunta no es retórica, ni encierra ningún sarcasmo. En todo caso,
una sincera preocupación.
Las
elecciones locales de 2015 carecieron de una lectura clara más allá
de la posibilidad de situar al PP en la oposición. Y, siendo ese
objetivo importante, demasiado pronto se pusieron de manifiesto las
debilidades de un acuerdo multipartido. En mi opinión, la lectura
que los partidos hicieron de los nuevos equilibrios políticos que
participaron en la construcción de la coalición pecó de un
carácter normativo: el mandato de las urnas para cambiar. Pero, lo
que quedó en evidencia también demasiado pronto fueron las
diferentes tácticas de los grupos, insisto, más allá del positivo
objetivo de que el pp pasase a la oposición después de veinte años.
Evidentemente todos se jugaban mucho al venir de una legislatura en
la que, pese a ser mayoría la oposición, fue imposible lograr un
acuerdo.
Creo
que lo que subyacía en la opinión pública que se agregó (y
disgregó) en las urnas fue, al igual que en en la Comunidad y en el
Estado, un cuestionamiento de la representación como fundamento de
nuestro sistema democrático. Hanna F Pitkin, en 1967 concreta esta
idea como: representante como alguien que es responsable de dar
respuesta a otros de lo que se hace. A esto se le conoce como la
asignación de responsabilidades.
Con
la aparición en escena del multipartidismo se producen dos hechos:
la perdida por parte de la ciudadania de una parte de su capacidad
para asignar responsabilidades, entendidas éstas como la capacidad
de "castigar" a quien no cumple, ganado paralelamente
capacidad de maniobra los dirigentes políticos. La unica solución
para el multipartidismo es, o ceder el gobierno al más votado o
sumar fuerzas en una coalición. La política de alianzas puede ( o
no) mantener en el poder a los dirigentes pese a que la formación
sea de alguna manera castigada ( siempre que el número de
representantes prevea un mantenimiento mínimo) en las urnas, y es
aquí donde los dirigentes ganan capacidad de maniobra para
consolidarse, no como alternativa sino como parte de futuras
coaliciones. Pero la política cambia, las opiniones cambian y los
desequilibrios pueden volverse en contra de las estrategias, con una
ciudadanía descreida y cada día más desafecta de la política.
¿Fue
"voluntad popular" un acuerdo multipartidista?. La realidad
es que la ciudadanía apostó por el diálogo frente a la gestión de
un solo partido. Lo que si es cierto, y como decía pronto se puso de
manifiesto fue que, ni las estrategias coincidían y que los
"intereses generales" no eran los mismos ya que el
documento de mínimos fue igualmente cuestionado pasando el documento
acordado a un plano secundario frente a la gestión de lo cotidiano.
En
mi opinión, el loable objetivo de superar dos décadas no venía
acompañado de un proyecto político que conllevase un modelo de
pueblo diferente y, por consiguiente, unas dinámicas de gestión
diferentes basadas en la transparencia, la rendición de cuentas y,
sobre todo, en la información y explicación. Esta ausencia de
información y explicación ha "logrado" seguir alejando la
política de la ciudadanía, o al menos de la mayoría.
Cuando
se producen cambios, y el de mayo de 2015 era de la suficiente
magnitud como para considerarlo casi una revolución democrática (
no solo se castiga a un partido que ha gobernado veinte años,
creando relaciones clientelares social y administrativamente, sino
que se opta por un conjunto de fuerzas para que, de forma conjunta,
acuerden la forma del cambio), se producen oposiciones, no solo
sociales, sino en la propia estructura burocrática que es la
herramienta desde donde implementar las políticas. Y estas
oposiciones solo se compensan con un proyecto, firmeza en la
convicción del camino a seguir, y sobre todo, información y
explicacion. La ciudadanía debe entender y, a ser posible,
mayoritariamente compartir las políticas que se deciden, porqué se
deciden y para qué. Un gobierno que explique, pero no de forma
propagandistica, sino de forma sincera y directa ( medios, haberlos
los hay) es fundamental para el principal cambio que se perseguía:
una mejora en nuestra democracia local. Para ejercer el liderazgo, la
mejor herramienta es la explicación y la información, pues
convierte ( o devuelve) a la democracia su dimensión de rendición
de cuentas, dándole un carácter deliberativo frente a la
jerarquización que tanto desinterés y rechazo ha provocado.
En
ausencia de las condiciones informativas y explicativas, se promueve
( no se si tácita o explicitamente, por acción u omisión) un
debate de baja calidad, donde se da posibilidad a la demagogia y la
desinformación, pero no por parte de los medios de comunicación, o
de colectivos interesados en mantener su oposición, sino en ese gran
número de personas que confió su voto al cambio. Victor Lapuente en
su libro La Vuelta de los Chamanes, identifica una de las figuras que
más daño pueden hacer a un gobierno, "los chamanes" en
relación a la opinión pública, donde toda la argumentación se
basa en grandes principios, objetivos grandilocuentes donde, bajo la
pretensión de crear un "nuevo relato" compartido, lo que
consigue es, en todo caso "fidelizar" a los adeptos más
emotivos sobre la base de la irracionalidad partidaria, pero no a una
población heterogénea que, pese a pecar de "silenciosa",
tuvo la capacidad de revelarse con el mejor instrumento que la
democracia representativa ha puesto en manos de la ciudadanía: el
voto.
Con
ésta reflexión simplemente pretendo humildemente advertir que, en
democracia los equilibrios no son siempre duraderos y éstos pueden
volverse contra las tácticas si la ciudadanía decide, por
cansancio o hastío , retirar el apoyo a los actores del
multipartidismo o simplemente volver a ser "silenciosos"
frente a las urnas, lo que propiciaría un giro de ciento ochenta
grados, o lo que es lo mismo, volver a la casilla de partida.
Creo
que los partidos que todavía participan en el gobierno multipartido
en minoría tienen sus estrategias de cara a ese futuro a medio plazo
que son las elecciones locales de 2019:unas pasan por consolidar una
coalición de facto interna, otras por una lealtad institucional
loable pero poco práctica. Creo que es ha llegado el momento de que
los partidos vuelvan a ser protagonistas, pues ese "equipo de
gobierno" solo beneficia los intereses políticos de unos pero,
humidemente, creo que va en contra de la esencia misma de la
representatividad democrática.
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