lunes, 9 de octubre de 2017

¿QUIÉN NOS REPRESENTA?

La pregunta no es retórica, ni encierra ningún sarcasmo. En todo caso, una sincera preocupación.
Las elecciones locales de 2015 carecieron de una lectura clara más allá de la posibilidad de situar al PP en la oposición. Y, siendo ese objetivo importante, demasiado pronto se pusieron de manifiesto las debilidades de un acuerdo multipartido. En mi opinión, la lectura que los partidos hicieron de los nuevos equilibrios políticos que participaron en la construcción de la coalición pecó de un carácter normativo: el mandato de las urnas para cambiar. Pero, lo que quedó en evidencia también demasiado pronto fueron las diferentes tácticas de los grupos, insisto, más allá del positivo objetivo de que el pp pasase a la oposición después de veinte años. Evidentemente todos se jugaban mucho al venir de una legislatura en la que, pese a ser mayoría la oposición, fue imposible lograr un acuerdo.
Creo que lo que subyacía en la opinión pública que se agregó (y disgregó) en las urnas fue, al igual que en en la Comunidad y en el Estado, un cuestionamiento de la representación como fundamento de nuestro sistema democrático. Hanna F Pitkin, en 1967 concreta esta idea como: representante como alguien que es responsable de dar respuesta a otros de lo que se hace. A esto se le conoce como la asignación de responsabilidades.
Con la aparición en escena del multipartidismo se producen dos hechos: la perdida por parte de la ciudadania de una parte de su capacidad para asignar responsabilidades, entendidas éstas como la capacidad de "castigar" a quien no cumple, ganado paralelamente capacidad de maniobra los dirigentes políticos. La unica solución para el multipartidismo es, o ceder el gobierno al más votado o sumar fuerzas en una coalición. La política de alianzas puede ( o no) mantener en el poder a los dirigentes pese a que la formación sea de alguna manera castigada ( siempre que el número de representantes prevea un mantenimiento mínimo) en las urnas, y es aquí donde los dirigentes ganan capacidad de maniobra para consolidarse, no como alternativa sino como parte de futuras coaliciones. Pero la política cambia, las opiniones cambian y los desequilibrios pueden volverse en contra de las estrategias, con una ciudadanía descreida y cada día más desafecta de la política.
¿Fue "voluntad popular" un acuerdo multipartidista?. La realidad es que la ciudadanía apostó por el diálogo frente a la gestión de un solo partido. Lo que si es cierto, y como decía pronto se puso de manifiesto fue que, ni las estrategias coincidían y que los "intereses generales" no eran los mismos ya que el documento de mínimos fue igualmente cuestionado pasando el documento acordado a un plano secundario frente a la gestión de lo cotidiano.
En mi opinión, el loable objetivo de superar dos décadas no venía acompañado de un proyecto político que conllevase un modelo de pueblo diferente y, por consiguiente, unas dinámicas de gestión diferentes basadas en la transparencia, la rendición de cuentas y, sobre todo, en la información y explicación. Esta ausencia de información y explicación ha "logrado" seguir alejando la política de la ciudadanía, o al menos de la mayoría.
Cuando se producen cambios, y el de mayo de 2015 era de la suficiente magnitud como para considerarlo casi una revolución democrática ( no solo se castiga a un partido que ha gobernado veinte años, creando relaciones clientelares social y administrativamente, sino que se opta por un conjunto de fuerzas para que, de forma conjunta, acuerden la forma del cambio), se producen oposiciones, no solo sociales, sino en la propia estructura burocrática que es la herramienta desde donde implementar las políticas. Y estas oposiciones solo se compensan con un proyecto, firmeza en la convicción del camino a seguir, y sobre todo, información y explicacion. La ciudadanía debe entender y, a ser posible, mayoritariamente compartir las políticas que se deciden, porqué se deciden y para qué. Un gobierno que explique, pero no de forma propagandistica, sino de forma sincera y directa ( medios, haberlos los hay) es fundamental para el principal cambio que se perseguía: una mejora en nuestra democracia local. Para ejercer el liderazgo, la mejor herramienta es la explicación y la información, pues convierte ( o devuelve) a la democracia su dimensión de rendición de cuentas, dándole un carácter deliberativo frente a la jerarquización que tanto desinterés y rechazo ha provocado.
En ausencia de las condiciones informativas y explicativas, se promueve ( no se si tácita o explicitamente, por acción u omisión) un debate de baja calidad, donde se da posibilidad a la demagogia y la desinformación, pero no por parte de los medios de comunicación, o de colectivos interesados en mantener su oposición, sino en ese gran número de personas que confió su voto al cambio. Victor Lapuente en su libro La Vuelta de los Chamanes, identifica una de las figuras que más daño pueden hacer a un gobierno, "los chamanes" en relación a la opinión pública, donde toda la argumentación se basa en grandes principios, objetivos grandilocuentes donde, bajo la pretensión de crear un "nuevo relato" compartido, lo que consigue es, en todo caso "fidelizar" a los adeptos más emotivos sobre la base de la irracionalidad partidaria, pero no a una población heterogénea que, pese a pecar de "silenciosa", tuvo la capacidad de revelarse con el mejor instrumento que la democracia representativa ha puesto en manos de la ciudadanía: el voto.
Con ésta reflexión simplemente pretendo humildemente advertir que, en democracia los equilibrios no son siempre duraderos y éstos pueden volverse contra las tácticas si la ciudadanía decide, por cansancio o hastío , retirar el apoyo a los actores del multipartidismo o simplemente volver a ser "silenciosos" frente a las urnas, lo que propiciaría un giro de ciento ochenta grados, o lo que es lo mismo, volver a la casilla de partida.
Creo que los partidos que todavía participan en el gobierno multipartido en minoría tienen sus estrategias de cara a ese futuro a medio plazo que son las elecciones locales de 2019:unas pasan por consolidar una coalición de facto interna, otras por una lealtad institucional loable pero poco práctica. Creo que es ha llegado el momento de que los partidos vuelvan a ser protagonistas, pues ese "equipo de gobierno" solo beneficia los intereses políticos de unos pero, humidemente, creo que va en contra de la esencia misma de la representatividad democrática.

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