jueves, 26 de octubre de 2017

¿LA POLITICA DE PERSONAL, ES POLÍTICA?


Teniendo en cuenta solo la etimología de la palabra "decisión", la cuestión se plantea sencilla: decidir significa, ir descartando opciones hasta que nos quede una. En nuestra vida privada tomamos infinidad de decisiones, a veces de forma consciente pero otras no tanto ( quizá automaticamente). En abstracto, esto significa que existen alternativas para muchas de las acciones que realizamos: decidir tomar un café o no, esta o aquella ropa, etc. Esto significa que tenemos diferentes alternativas sobre las que podemos decidir.
Los ejemplos sencillos a los que anteriormente hice referencia, ponen de relieve dos elementos: la decisión implica, por un lado, un acto de voluntad, y por otro la existencia de alternativas. si no existe ese acto, y no existen alternativas, no hay decisión pese a la voluntad que se pueda tener, que no es más que un deseo o un interés.
Personalmente, lo que me interesa es el aspecto racional del acto de decidir en política y, en concreto, en relación a las políticas públicas. Y en éste interés coincido con lo que expresa Bobbio (1996): el acto de decidir, considera en si y por si, es de escaso interés analítico.
He planteado que el proceso de decisión implica una voluntad y la existencia de alternativas, pero me gustaría añadir otro elemento que considero importante: el proceso a través del cual se llega a la elección de una u otra alternativa, como proceso de acciones y decisiones que determinan finalmente la decisión política.
Estudiar un proceso de decisión supone analizar los mecanismos a través de los que se "decide decidir", las alternativas y el resultado final que, por otro lado también puede ser "decidir no decidir". Y esto, me lleva a un nuevo elemento: la decisión política debe conllevar una potencial transformación en el aspecto de que se trate.
A menudo, las decisiones vienen condicionadas por los medios de que se dispone, aunque no siempre es tan sencillo. Hay que ir más allá, pues la decisión puede tener más que ver con objetivos deseados que con los medios. El dilema de si la elección se debe a los medios o a los fines es algo que en política podríamos considerar crucial.
Otra cuestión de una decisión política son las consecuencias, directas o indirectas, reales o potenciales sobre lo colectivo algo que requiere un análisis concreto y claro, pues cuando hablamos de políticas públicas, hablamos siempre de "ganadores y perdedores" ya sea material o simbólicamente, algo que se debe considerar en su aspecto más empírico: la necesidad sobre la oportunidad.
Política pública es, como definición de manual, "el conjunto de acciones y decisiones llevadas a cabo por diversos actores con la finalidad de resolver un problema definido políticamente como público". Y, en éste contexto, ¿la política de personal, como la podemos considerar; como deberíamos analizarla?. Es necesario tener en cuenta que el capítulo 1 (personal) es uno de los más importante en las cuentas municipales. Si a éste capítulo sumamos unos condicionantes legales que limitan subidas salariales, ¿ como se debe interpretar el objetivo de integrar en los conceptos retributivos fijos uno variable "concedido" subjetivamente?, ¿como deberíamos valorar que los servicios extraordinarios se hayan incrementado exponencialmente superando en mucho el uno por ciento que establece la Ley de Presupuestos Generales del Estado como límite. Si además tenemos la opinión de un experto en derecho administrativo que indicó en su día la imposibilidad de incrementar complementos fijos, apuntando incluso la necesidad de bajarlos en los niveles más altos de la estructura administrativa local,¿ en qué contexto nos encontramos?, ¿cómo se conjuga voluntad con realidad y, sobre todo, con responsabilidad?.
La voluntad es un deseo que puede tener en política lecturas éticas diversas: si destinar más fondos a una partida que a otra, prioridades sobre necesidades, intereses particulares sobre colectivos, etc. Y, evidentemente el representante público electo tiene la legitimidad de tomar la decisión que considere pero, en el contexto de desafección en el que nos encontramos, donde la política no parece ser la solución para resolver los problemas sino un problema más, el representante tiene una obligación igualmente ética: explicar porqué toma decisiones que afectan, directa o indirectamente a lo colectivo. Y las decisión sobre ignorar reparos legales, seguir instalado en la irregularidad, seguir potenciando partidas presupuestarias extras de gastos de personal, precisa una explicación , máxime si existe un objetivo absolutamente torticero expresado explicitamente en forma de "a ver si cuela".
En mi opinión uno de los objetivos que tenía la voluntad de cambio político expresada por la ciudadanía en las urnas fue el cambio. Pero la palabra cambio, no solo como recambio de personas, sino como decisiones que beneficiasen a una mayoría de ciudadanos y ciudadanas. Y en éste aspecto parece que ha caído en el olvido el objetivo de poner a la administración al servicio de la ciudadanía, rompiendo inercias, no a través de una "admirable adaptación", sino de toma de decisiones que, evidentemente, siendo ingratas, aparentemente son necesarias si el cambio es real y no una mera metáfora retórica de un relato fundado únicamente sobre recursos simbólicos con objetivos electorales ( en los que, por cierto, unos tienen posiciones relevantes y otros aparentan ser meros acompañantes)
Y como cualquier critica, argumentada o no, parece ser merecedora del calificativo de "demogógica", cuando no de desleal e incluso de ir contra un gobierno progresista, simplemente decir que nada más conservador e incluso reaccionario que seguir con una inercia heredada de un gobierno que aplicaba la discreccionalidad en su gestión de los recursos burocráticos. Los gobiernos tienen la legitimidad que les da la ley, pero no disponen de una reserva de la misma a lo largo de todo un mandato, sino que deben ir ganándosela decisión a decisión, pues de lo contrario, ni las etiquetas simbólicas son lo suficientemente sólidas como para merecer una lealtad incondicional.

lunes, 9 de octubre de 2017

¿QUIÉN NOS REPRESENTA?

La pregunta no es retórica, ni encierra ningún sarcasmo. En todo caso, una sincera preocupación.
Las elecciones locales de 2015 carecieron de una lectura clara más allá de la posibilidad de situar al PP en la oposición. Y, siendo ese objetivo importante, demasiado pronto se pusieron de manifiesto las debilidades de un acuerdo multipartido. En mi opinión, la lectura que los partidos hicieron de los nuevos equilibrios políticos que participaron en la construcción de la coalición pecó de un carácter normativo: el mandato de las urnas para cambiar. Pero, lo que quedó en evidencia también demasiado pronto fueron las diferentes tácticas de los grupos, insisto, más allá del positivo objetivo de que el pp pasase a la oposición después de veinte años. Evidentemente todos se jugaban mucho al venir de una legislatura en la que, pese a ser mayoría la oposición, fue imposible lograr un acuerdo.
Creo que lo que subyacía en la opinión pública que se agregó (y disgregó) en las urnas fue, al igual que en en la Comunidad y en el Estado, un cuestionamiento de la representación como fundamento de nuestro sistema democrático. Hanna F Pitkin, en 1967 concreta esta idea como: representante como alguien que es responsable de dar respuesta a otros de lo que se hace. A esto se le conoce como la asignación de responsabilidades.
Con la aparición en escena del multipartidismo se producen dos hechos: la perdida por parte de la ciudadania de una parte de su capacidad para asignar responsabilidades, entendidas éstas como la capacidad de "castigar" a quien no cumple, ganado paralelamente capacidad de maniobra los dirigentes políticos. La unica solución para el multipartidismo es, o ceder el gobierno al más votado o sumar fuerzas en una coalición. La política de alianzas puede ( o no) mantener en el poder a los dirigentes pese a que la formación sea de alguna manera castigada ( siempre que el número de representantes prevea un mantenimiento mínimo) en las urnas, y es aquí donde los dirigentes ganan capacidad de maniobra para consolidarse, no como alternativa sino como parte de futuras coaliciones. Pero la política cambia, las opiniones cambian y los desequilibrios pueden volverse en contra de las estrategias, con una ciudadanía descreida y cada día más desafecta de la política.
¿Fue "voluntad popular" un acuerdo multipartidista?. La realidad es que la ciudadanía apostó por el diálogo frente a la gestión de un solo partido. Lo que si es cierto, y como decía pronto se puso de manifiesto fue que, ni las estrategias coincidían y que los "intereses generales" no eran los mismos ya que el documento de mínimos fue igualmente cuestionado pasando el documento acordado a un plano secundario frente a la gestión de lo cotidiano.
En mi opinión, el loable objetivo de superar dos décadas no venía acompañado de un proyecto político que conllevase un modelo de pueblo diferente y, por consiguiente, unas dinámicas de gestión diferentes basadas en la transparencia, la rendición de cuentas y, sobre todo, en la información y explicación. Esta ausencia de información y explicación ha "logrado" seguir alejando la política de la ciudadanía, o al menos de la mayoría.
Cuando se producen cambios, y el de mayo de 2015 era de la suficiente magnitud como para considerarlo casi una revolución democrática ( no solo se castiga a un partido que ha gobernado veinte años, creando relaciones clientelares social y administrativamente, sino que se opta por un conjunto de fuerzas para que, de forma conjunta, acuerden la forma del cambio), se producen oposiciones, no solo sociales, sino en la propia estructura burocrática que es la herramienta desde donde implementar las políticas. Y estas oposiciones solo se compensan con un proyecto, firmeza en la convicción del camino a seguir, y sobre todo, información y explicacion. La ciudadanía debe entender y, a ser posible, mayoritariamente compartir las políticas que se deciden, porqué se deciden y para qué. Un gobierno que explique, pero no de forma propagandistica, sino de forma sincera y directa ( medios, haberlos los hay) es fundamental para el principal cambio que se perseguía: una mejora en nuestra democracia local. Para ejercer el liderazgo, la mejor herramienta es la explicación y la información, pues convierte ( o devuelve) a la democracia su dimensión de rendición de cuentas, dándole un carácter deliberativo frente a la jerarquización que tanto desinterés y rechazo ha provocado.
En ausencia de las condiciones informativas y explicativas, se promueve ( no se si tácita o explicitamente, por acción u omisión) un debate de baja calidad, donde se da posibilidad a la demagogia y la desinformación, pero no por parte de los medios de comunicación, o de colectivos interesados en mantener su oposición, sino en ese gran número de personas que confió su voto al cambio. Victor Lapuente en su libro La Vuelta de los Chamanes, identifica una de las figuras que más daño pueden hacer a un gobierno, "los chamanes" en relación a la opinión pública, donde toda la argumentación se basa en grandes principios, objetivos grandilocuentes donde, bajo la pretensión de crear un "nuevo relato" compartido, lo que consigue es, en todo caso "fidelizar" a los adeptos más emotivos sobre la base de la irracionalidad partidaria, pero no a una población heterogénea que, pese a pecar de "silenciosa", tuvo la capacidad de revelarse con el mejor instrumento que la democracia representativa ha puesto en manos de la ciudadanía: el voto.
Con ésta reflexión simplemente pretendo humildemente advertir que, en democracia los equilibrios no son siempre duraderos y éstos pueden volverse contra las tácticas si la ciudadanía decide, por cansancio o hastío , retirar el apoyo a los actores del multipartidismo o simplemente volver a ser "silenciosos" frente a las urnas, lo que propiciaría un giro de ciento ochenta grados, o lo que es lo mismo, volver a la casilla de partida.
Creo que los partidos que todavía participan en el gobierno multipartido en minoría tienen sus estrategias de cara a ese futuro a medio plazo que son las elecciones locales de 2019:unas pasan por consolidar una coalición de facto interna, otras por una lealtad institucional loable pero poco práctica. Creo que es ha llegado el momento de que los partidos vuelvan a ser protagonistas, pues ese "equipo de gobierno" solo beneficia los intereses políticos de unos pero, humidemente, creo que va en contra de la esencia misma de la representatividad democrática.