miércoles, 2 de agosto de 2017

INSTITUCIONALIZACIÓN



Este proceso, teóricamente debería partir, no de la voluntad del sujeto o sujetos, sino de un proceso coercitivo a través del cual las situaciones "informales" se transforman en funcionales pero, ¿para quíén?. Si nos referimos a la administración y a lo que a muchos cargos electos les ocurre, la conclusión es que se da una confusión entre el necesario conocimiento de los procedimientos y trámites con una adaptación a un medio que no es, ni el propio ni el adecuado pues las urnas designan a "altos funcionarios" sino a representantes de valores, ideas, intereses, ideologías, etc.
El proceso de adaptación que se produce parte del interés de los grupos que, dado su estatus orgánico, adquieren la posibilidad de ejercer algún tipo de coerción sobre los representantes electos: bloqueo, retraso, etc. a través de su actividad administrativa. Esta es otra forma de institucionalización forzada por la propia estructura.

Las opiniones tecnocráticas, osea, aquellas que consideran que la preparación de los representantes políticos no tienen la formación adecuada y, por consiguiente debería existir un filtro académico, olvidan que el conocimiento técnico no esta exento de ideología. Esto ocurre con las estructuras administrativas y técnicas: no están exentas de ideología. El o la técnico tiene la posibilidad de dirigir la acción política a través de su trabajo: permitir o no, interpretar la legislación en función no de las posibilidades en su aplicación sino de sus propios intereses o incluso creencias. La conclusión es que la "tecnocracia" no es aséptica, pues los que la aplican tienen intereses, creencias, etc. o lo que es lo mismo: los que vigilan que la ley se cumpla, los que deben velar porque las actuaciones se ajusten al procedimiento tienen la capacidad de "hacer política" a través de los representantes políticos, máxime si éstos se institucionalizan.

Tenemos dos ejemplos que pueden servirnos. El primero, el asunto sobre la sentencia que obliga al Ayuntamiento ( osea, a todos) a abonar 1,3 millones de euros a una empresa inmobiliaria a causa de una decisión adoptada en la Junta de Gobierno, en función ( como así afirma sin sonrojarse el portavoz del PP) de "informes técnicos". Igualmente, un informe técnico ha propiciado que se rechace la aprobación de un reglamento destinado al personal, no porque no se ajuste a ley ( la sindicatura de cuentas pedía su elaboración), sino por motivos diversos, entre ellos, proteger la actual percepción de las "productividades fijas y periódicas " (así las denomina la técnico que elabora el informe) frente a cualquier cambio. Podríamos seguir con informes técnicos que ha propiciado quiebras de convenios firmados, pago de indemnizaciones, etc. Entonces, ¿los informes técnicos no sirven para nada?. Al contrario: los informes técnicos son el fundamento de que la administración se ajuste a la legislación vigente, pero éstos, no son ni infalibles ni incuestionables: l fin y al cabo, los que los suscriben son personas, con vivencias, pulsiones, ideas y, por supuesto, ideología.

La cuestión es que, la ciudadanía no elige a los representantes políticos para que se "adapten" a una estructura que, por principios es conservadora. la elección se hace en base a un programa, a unas preferencias, a la defensa de unos intereses. Cuando se produce ( como en mi opinión, es el caso) un proceso de adaptación casi simbiótica, se pierde la perspectiva que la democracia atribuye al representante electo.
La reversión de ésta situación es un paso fundamental para el cambio de paradigma que la administración, sobre todo la local, precisa. El paradigma técnico y admnistrativo debe ser sustituido por el político: repolitizar las instituciones es un objetivo fundamental, pues seguir dejando el devenir de un pueblo en manos de una opinión técnica casi en exclusiva es vaciar de contenido la democracia y, en el caso de los gobierno de cambio, traicionar la voluntad de los que agregaron su voto para que la derecha saliese del gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario