miércoles, 29 de junio de 2016

CORRUPCIÓN Y CASTIGO.

La corrupción se ha situado a lo largo de estos últimos años como uno de las principales preocupaciones de los y las ciudadanos y ciudadanas, expresados a través de los diferentes sondeos elaborados (principalmente por el CIS). La desconfianza hacia los partidos tradicionales y las instituciones hasta ahora hegemonizadas por éstos ha sido y sigue siendo importante. Igualmente, en las encuestas de opinión, una de las virtudes más valoradas es la honradez de los representantes políticos. Entonces, ¿cuales son las causas que la ausencia de ésta no haya pasado factura, sino al contrario (caso del pp en la Comunidad Valenciana)?. Quizá los efectos de la campaña han jugado un papel importante a la hora de hacer retornar el voto perdido. El discurso de la disfuncionalidad de las alternativas para el “desarrollo y mejora” del país obtenido tras el “sacrificio realizado”. Quizá el miedo a los “malos y los peores” aliados contra el “bien común”. Entonces, ¿nos hemos vuelto tolerantes ante la corrupción?.
En 2015 los y las electores castigaron la sucesión de casos de corrupción que golpeaban un día si y otro también al pp, pero quizá la percepción ha variado, considerando ahora que el perjuicio ocasionado por la corrupción de Camps, Cotino, Barberá, etc ya no es el mismo.

La ciudadanía cree que su responsabilidad y capacidad de acción es limitada (sólo el 9% consideraba que tiene responsabilidad en la lucha contra la corrupción). La pregunta consiguiente es: ¿podemos exigir a nuestros políticos lo que nosotros no hacemos?. En España, una importante parte de la ciudadanía considera casi una proeza digna de reconocimiento el incumplimiento de la ley: defraudar al fisco, infringir la ley de tráfico, etc. La paradoja es que, pese a considerar como un valor relevante la honradez en la actividad política no se valora el voto como instrumento para luchar contra los hábitos ilícitos de los representantes públicos. Variar esta especie de cultura es complicado y costoso, en tiempo y esfuerzo, aunque personalmente considero que vale la pena.

Se legitiman actos poco honrados, y se hace desde la ocultación del voto: basta con observar los datos de las encuestas pre electorales que daban una representación a la baja y que se concretó en la urna en un ascenso sorprendente. Los y las ciudadanos y ciudadanas han votado al pp; no a favor del PP, sino en contra de las posibles alternativas. La polarización, en éste caso ha beneficiado solo a uno de los actores que la protagonizaban.

La pregunta que de forma recurrente recorre los debates políticos, provocando reacciones incluso poco respetuosas, tiene respuestas políticas y sociológicas. Ha sido un voto racional: se han sopesado los costos y beneficios de votar, abstenerse o apoyar a candidaturas que son sucedáneos y que, para postre, pactó con uno de los enemigos “entreguistas”. Se ha votado para evitar el “mal mayor” eligiendo a los del “mal menor”.

En mi opinión, entendiendo el sentido del voto, pero evidentemente sin compartirlo, el votante normal que ha decidido apoyar al pp, no es un monstruo abominable, sino que ha sido una victima del discurso dominante y, sobre todo, de un discurso polarizado entre el nosotros y los “malos y peores”. Por la izquierda, creo que se ha castigado ,tanto el enfrentamiento entre los dos competidores por el espacio socialdemócrata, como la radicalidad disimulada y los cambios de discurso ideológico vistos como oportunismo electoral. Igualmente, centrar una buena parte de la argumentación en el “adversario” como culpable fundamental sin reflexionar sobre los problemas que subsisten (y condicionan) en el seno de un partido centenario no parece haber dado tampoco el resultado pretendido.


Lo cierto es que manteniendo actitudes excluyentes, demonizando al vecino por su decisión electoral, no se suma sino que se divide y se mantiene una separación cada día más irreconciliable entre trabajadores “conscientes” y trabajadores “inconscientes”. El debate basado en el “y yo más”, ha perjudicado a la izquierda, y está claro que haberse puesto de perfil ha concitado el perdón de una parte de los antes avergonzados votantes de la derecha, que pueden haber considerado que los “pecados” estaban, o suficientemente purgados o que era preferible lo conocido ante el riesgo que la propaganda ha transmitido machaconamente y que parece haber tenido su efecto.

martes, 28 de junio de 2016

ANÁLISIS ELECTORALES

Muchos son(somos) los atrevidos que, a las opiniones sobre los resultados de las elecciones generales del 26J, les llamamos análisis. Realmente son eso: opiniones. Opiniones que en mayor o menor grado parten, en gran medida, de impresiones personales cargadas de prejuicios, por lo que la palabra análisis no parece la apropiada. Para analizar un hecho como las elecciones, deberíamos partir de datos: datos comparados de las elecciones ( no solo de las últimas, sino de alguna más), ponderación de resultados en función de la aparición o desaparición de nuevos actores, coaliciones, etc. Deberíamos contar también con las encuestas, no solo las preelectorales, sino las elaboradas anteriormente en las que las opiniones no son solo referentes a una declarada o no intención de voto. Deberíamos contar con datos para construir hipótesis, pues de lo contrario, lo que emitimos son meras opiniones, con mayor o menor acierto, con un sesgo más acentuado o no, pero donde la emotividad ( prejuicio) juega un papel claramente condicionante de ese supuesto análisis.
Y analizar los datos de las últimas elecciones es complicado y arduo. Deberíamos recopilar históricos sobre intención de voto declarada y directa y sus variaciones en las urnas. Tendríamos que compararlos con las opiniones de la ciudadanía en encuestas diversas sobre cuestiones como la corrupción, la valoración de líderes y partidos, la graduación de importancia en problemas percibidos, etc. No es fácil. Evidentemente, es relativamente fácil emitir una opinión, aunque emitirla con una mínima argumentación equilibrada entre la lógica y lo emotivo es igualmente complejo y al alcance de muy pocos ( no me cuento entre ellos pero los hay).
La única conclusión, con los datos en la mano es que, el PP ha sido el más votado. Ahora habrá que analizar sosegadamente la motivación de éste voto que no se ha visto condicionado por los diferentes casos de corrupción (por ejemplo el País Valencià). Sin descalificaciones facilonas ( algo a lo que somos muy dados), porque una parte de esos votantes, ni son curas, ni son aristócratas, ni son banqueros: son personas normales que han tomado una decisión en función de diferentes motivaciones. Y habrá que analizar esas motivaciones para incidir en propuestas, políticas y discursos que, desde la pedagogía, reste seguidores y votantes para sumarlos a la causa que defendamos, sea la que sea. El PSOE ha obtenido el peor resultado de la historia. Esta frase lapidaria se oye por todas partes. Y el resultado, cuantitativamente es muy malo, pero el contexto no es el mismo que el de hace, por ejemplo, ocho años ( ni social, ni económico ni político). Analizar la perdida o fuga de votantes es una reflexión que se debería realizar sin perder tiempo. Unidos-Podemos ha obtenido, pese a los mismos resultados, más de un millón de votos menos. El análisis a la defensiva sobre el “discurso del miedo” no es suficiente. Hacen bien en plantear un estudio serio sobre el porqué el mensaje no ha llegado o ha llegado los suficientemente distorsionado como para restar ( ni sumar, ni multiplicar). Ciudadanos ha sufrido una fuga de voto hacia su derecha y deberá analizar cómo consolidar un espacio todavía aparentemente débil.

En definitiva, todos tienen que analizar los datos que les han dado una representación parlamentaria determinada, pero sin olvidar que, tan importante como la representatividad en nuestro sistema político, es la formación de gobierno. Y si se cumpliese el dicho popular de “no hay dos sin tres”, muchos análisis sufrirían la prueba de la evaluación ciudadana, pero desde el cansancio y el hastío hacia un sistema que antepone intereses partidistas a los de la ciudadanía. ¿Cuáles son éstos?. No voy (hoy al menos) a mojarme: los que cada uno entienda que sean, a sabiendas de que, ni son unánimes, ni generales estrictamente, pese a que así se afirme.

domingo, 26 de junio de 2016

EN CALIENTE: REFLEXIONES A BOTE PRONTO SOBRE EL 26J

Los resultados han puesto en evidencia, de alguna manera, la capacidad de las encuestas para crear tendencias. Se había dado por muerto (y enterrado) al PSOE, y ahí está, aguantando. Cinco diputados y diputadas menos, el peor de los peores resultados, no por el PSOE en sí, sino porque la suma de diputados, más los de los auto llamados a ocupar el espacio socialdemócrata se han quedado en un  mero intento, pese a los augurios que los aupaban a ser la nueva izquierda, y esto impide que un acuerdo de progreso sea muy, pero que muy complejo.

El acuerdo entre los ochenta y cinco diputados del PSOE más los setenta y uno de Unidos-Podemos precisarían de la suma de un complicado conglomerado de siglas, intereses y estrategias. El escenario es de difícil encaje. No tanto para la derecha, que pese a todo (corrupción, conspiración ministerial, etc) ha impuesto en una gran parte de la ciudadanía el discurso de “que viene el rojo”. Le ha sido útil ponerse de lado y dejar que otros se desangren en debates partidarios.

Como decía, el escenario es complejo, no solo para la formación de un gobierno de cambio, trasversal y reformista (que intentó de forma, aunque responsable, poco hábil el PSOE), sino porque en las formaciones del arco progresista subsiste un ánimo cainita poco dispuesto a asumir los errores propios y sí a culpar al de al lado de todos los errores, incluso de los propios. Y, hay que sumar a todo ésto, las posibles crisis que se puedan abrir en los partidos cuyas perspectivas no se han cumplido o que han obtenido un pírrico resultado que permite únicamente respirar aliviado por no haberse cumplido los augurios. Esas crisis pueden variar personas y estrategias, y habrá que esperar a que se aclare el panorama en los partidos condenados a entenderse. Y habrá que esperar a que la responsabilidad supere al personalismo, pues el futuro ya no será nunca lo que muchos querían que siguiera siendo. La socialdemocracia, la histórica y la que se autodenomina nueva, tienen un camino que seguir, y seguramente será paralelo, divergente pero coincidente.

El PSOE debe empezar a asumir sus errores y Unidos-Podemos dejar de aspirar a hacer desaparecer al PSOE. Si no es así, y los personalismos se imponen, y no solo eso, sino que condicionan emotivamente a los y las militantes, poco camino se andará y mucho espacio se le dejará a la derecha para que siga gobernando a golpe de sacrificios para muchos y privilegios para unos pocos.

La socialdemocracia y la izquierda más radical deben dejar de odiarse y escucharse. Seguramente para ello, los obstáculos tengan nombre y apellidos. Pero paralelamente a ésto, la actitud de los que nos decimos de izquierdas debe cambiar, debe moderarse en el intento de imponernos al otro, entender argumentos y compartir coincidencias. De lo contrario, poco camino se andará.

Parece que las posiciones moderadas aceptan el estatus quo, acatan la realidad sin querer cambiarla, pero no es así. Los que hemos llegado a posiciones más moderadas, donde el simbolismo ha dejado paso al pragmatismo queremos cambiar las cosas, pero desde el posibilismo que integre y no excluya. Hemos dejado atrás los relatos revolucionarios que tan poco prácticos son para transformar las cosas y aceptado que, ni los malos son tan malos, ni los buenos unos santos: los siete millones de votantes de la derecha no son unos idiotas, ni unos corruptos. Son quizá víctimas de una cultura que habrá que cambiar; con trabajo, con esfuerzo, contención e inteligencia.

Todos y todas son necesarios pero nadie es imprescindible. Las personas pasan, las ideas y las políticas perduran: ese debe ser nuestro objetivo.



jueves, 23 de junio de 2016

27J



La campaña toca a su fin. Habrá sido útil si los objetivos se han concretado en las urnas en función de las perspectivas que cada organización o candidatura tenía. Lo que sí es cierto es que no pasará a la historia aunque los resultados electorales posiblemente si. Y serán históricos, para unos en sentido positivo y para otro no tanto, aunque el balance de los resultados, sean los que sean, se podrá concretar si el objetivo de formar gobierno se consigue. Para ello, con toda probabilidad se precisará, al igual que tras el 20D, de un acuerdo entre varios e incluso diferentes actores políticos, algo que no fue posible peroo que se presenta como una urgencia a partir del día 27.

Mi intención no es analizar la campaña, ni analizar los argumentos que se han utilizado, ni si los augurios demoscópicos se han concretado. Mi intención es reflexionar sobre posibilidades que pueden darse el mismo 26 de junio una vez conocido el recuento de voluntades expresadas por la ciudadanía en las urnas.

Parece ser ( así lo indican las encuestas) que el PP será el partido más votado. Pero pese al discurso manipulador de la derecha sobre la “coherencia” o el sentido común de que sea la formación más votada la que gobierne, nuestro sistema político atribuye esta responsabilidad a quien más apoyos parlamentarios consiga reunir, algo que no parece que el actual gobierno pueda lograr a la vista, como decía, de los datos sobre intención de voto: la derecha y el centro derecha no llegarán a sumar los suficientes diputados para formar gobierno en solitario. Igualmente parece que la “gran”coalición tampoco será posible, pese al deseo de muchos ( la derecha y el centro derecha por un lado, y la izquierda alternativa como “solución” a su ambición por ocupar el espacio político socialdemócrata de forma definitiva). Seguramente, el escenario será muy parecido al que se dió tras el 20D. ¿Entonces, pasarán los meses y tendremos unas nuevas elecciones?. En mi opinión no. Y no porque sea un deseo personal, sino porque prácticamente todas las formaciones politicas llamadas a desempeñar un papel protagonista en la próxima legislatura así lo han afirmado y, sobre todo, porque creo que la sociedad, ni soportaría ni consentiría una situación como la pasada.

Pero, volviendo a “lo posible” ( que no lo deseable, al menos para mi, pero desde la certeza y la conciencia de que lo deseable deberá modularse en función de los equilibrios que las urnas decidan), ¿qué escenarios podemos encontrarnos?.

Un primer escenario ( descartado al PP y la gran coalición, en principio), podría ser el que configuran los datos de las encuestas pre electorales. Que Unidos Podemos obtenga más diputados que el PSOE. En éste caso, la decisión del PSOE estará condicionada por el debate interno que se produciría con toda seguridad. El candidato y Secretario General, tal y como lo ha manifestado, daría un paso atrás, anticipando el debate sobre la sucesión y provocando un relevo en la cabeza del grupo parlamentario. La dimisión del Secretario General propiciaría la designación de una comisión gestora y una portavocía provisional en el parlamento. Dependiendo de, si la gestora consulta a las bases o toma el camino más conservador, se podrá ver o el apoyo a la investidura de Pablo Manuel Iglesias o quizá la de Mariano Rajoy en caso de abstención ( y acuerdo de éste con Ciudadanos).

En mi opinión ( insisto, dentro de las alternativas posibles), una decisión que permitiría, en el hipotético caso de que Unidos-Podemos obtenga más diputados que el PSOE, que la socialdemocracia emprendiera el camino de la reconstrucción del proyecto, sería apoyar la investidura y dejar gobernar a Unidos-Podemos con sus aliados, quedándose los representantes socialistas en la oposición. En caso de que el PP y Ciudadanos lleguen a un acuerdo y el PSOE se abstuviese, la reconstrucción será prácticamente imposible.

En el caso contrario ( que el PSOE obtuviese mayor representación), creo que Unidos-Podemos haría exactamente lo que yo planteaba como alternativa para el PSOE: dejar gobernar a los socialistas con el acuerdo con Ciudadanos. Esto situaría a Podemos en un lugar privilegiado: el liderazgo parlamentario de la izquierda pues el desgaste de un gobierno minoritario es algo más que sabido y comprobado. Esta opción es la que, en mi opinión, debería haber adoptado Podemos, pero el ansia del “sorpasso” le impidió analizar el escenario a medio plazo. Esto, y el cálculo de que la suma del millón de votos de IU y la fagocitación de ésta organización por Podemos, le situaría en una posición privilegiada para adelantar, por fin a la socialdemocracia, objetivo que desde que Anguita hablase hace años del “sorpasso” persigue la izquierda alternativa.


De lo que si estoy convencido es que, ya sea la opción del PSOE o de Unidos-Podeos, será una legislatura corta e inestable, llena de tensiones y debates que serán una prolongación del actual debate electoral y político por ocupar espacios desplazando a otros. El tacticismo y la estrategia seguirán primando. La cuestión está en si los partidos y, principalmente su militancia, serán capaces de estar a la altura y congeniar la táctica con el interés general, algo tan mencionado como olvidado.