Lo
ocurrido en los últimos días en el PSOE ha sido y será analizado
hasta la extenuación. Y con razón: es un hecho sin precedentes en
la democracia española, al igual que es un hecho sin precedentes que
a un partido, señalado de financiarse irregularmente una parte de la
ciudadanía siga dándole su voto para que sea utilizado como
justificación de legitimidad democrática, pese a todo.
Pero
lo que toca, y con razón y razones, es atizar al PSOE sin piedad y,
en demasiadas ocasiones, sin argumentos más allá de lo emotivo. Y
todos sabemos la volubilidad de las emociones, máxime en una
realidad mediática y mediatizada que reproduce imágenes con el
argumento de informar cuando lo que realmente pretende es crear un
estado de opinión. Pero como decía, atizar al PSOE es lo que toca,
y las razones son muchas y variadas. Y lo más preocupante del caso
es que todas las razones han sido construidas, en mayor o menor grado
por un sector u otro de los que hoy se tiran los trastos a la cabeza.
Si,
es cierto: Pedro Sánchez fué elegido Secretario General en unas
elecciones primarias. Y eso le confiere una legitimidad mayor que a
los que anteriormente eran elegidos en conclaves representativos,
igualmente democráticos, pero de menor calidad por definirlo de una
manera sencilla. Pedro Sánchez fue elegido en un proceso donde los
mismos dirigentes territoriales que hoy se han conjurado contra el,
acordaron que debía ser el elegido movilizando a una militancia
obediente para lograr su objetivo. Ese sector, que taponó cualquier
lectura ante el 15M y sus consecuencias, que no fuera la pura
exclusión y menosprecio; ese sector que vivió y vive de espaldas a
una realidad que llamó a la puerta con la fuerza de cinco millones
de votantes, siendo una gran parte antiguos votantes e incluso
militantes del PSOE es el que ha conseguido su propósito, aunque
éste esté todavía por aclarar.
Pero
no podemos olvidar también que Pedro Sánchez laminó a un candidato
elegido por primarias y empujó al partido a un estado de confusión
tal, que no se sabía bien si el NO es NO, se refería al voto a
Rajoy y a las terceras pero se olvidaba de "lo otro".
Empujó al partido a tomar partido, y valga la redundancia. Empujó a
los sectores que hasta entonces permanecían larvados a tomar
posiciones y a ejercer un derecho que aunque democrático, pervertía
un proceso con la clara intención de incidir en la decisión final
respecto a la gobernabilidad del Estado. Y ese sector, que
ideologicamente tienen una definición clara,nos guste o no, sigue
pensando que con el apoyo de determinados grupos mediáticos y
empresariales puede ejercer el poder, aunque conlleve una cierta
pleitesía por los favores prestados y por prestar. Y una de sus
torpezas es pensar que las nuevas tecnologías, las redes sociales
son un instrumento que puede ser utilizado para "clavar los
clavos" de la misma manera que antes, y no es así. La capacidad
de movilización, interrelación y control que ejerce la red,
posibilita espacios de debate que los dirigentes más conservadores
no pueden ni podrán ver nunca. Y este es uno de los orígenes del
problema que hoy ha situado al PSOE, quizá en el punto de inflexión
más complicado de sus ciento treinta y siete años de historia: la
incapacidad para leer.
No
se leyó correctamente lo que ocurrió en 2011 con el 15M y los
movimientos ciudadanos de protesta y reivindicación ( o en su caso
se realizó una lectura excluyente y de menosprecio), y de aquella
mala lectura, surgieron los lodos, que ahora decimos que nos ahogan:
Podemos. Esta organización es la causa del desprecio de una parte
del PSOE por los nuevos tiempos. Y ese desprecio es una clara
posición ideológica claramente conservadora que nos ha situado al
borde del enésimo precipicio, aunque éste es más profundo que el
"marxismo" del 29 o la OTAN.
Creo
que, el debate va a continuar, pues los que han logrado la dimisión
del Secretario General (ojo, con la legalidad de los votos en el
Comité Federal, pero con una muy deficiente legitimidad), no han
calculado la dimensión de las consecuencias, pues, tarde o temprano,
se convocará un Congreso, y se volverá a elegir Secretario General,
y el trabajo emotivo realizado por el Secretario dimisionario, ha
dado algo de sentido a una importante de la militancia, aunque fuera
únicamente simbólico. Y este trabajo, puede llevarnos al principio
del blucle.
De
las consecuencias para la democracia española, y de los discursos
del resto de partido, me voy a permitir hablar en una segunda entrega
de éstas, mis reflexiones personales sobre lo que, sin duda, y a
causa de la sociedad de la "información" (y la
desinformación, manipulación y tendencia) se ha convertido en algo
más que un debate: una obra por capítulos y demasiado larga.
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