lunes, 3 de octubre de 2016

UNA REFLEXIÓN MÁS O MENOS

Lo ocurrido en los últimos días en el PSOE ha sido y será analizado hasta la extenuación. Y con razón: es un hecho sin precedentes en la democracia española, al igual que es un hecho sin precedentes que a un partido, señalado de financiarse irregularmente una parte de la ciudadanía siga dándole su voto para que sea utilizado como justificación de legitimidad democrática, pese a todo.
Pero lo que toca, y con razón y razones, es atizar al PSOE sin piedad y, en demasiadas ocasiones, sin argumentos más allá de lo emotivo. Y todos sabemos la volubilidad de las emociones, máxime en una realidad mediática y mediatizada que reproduce imágenes con el argumento de informar cuando lo que realmente pretende es crear un estado de opinión. Pero como decía, atizar al PSOE es lo que toca, y las razones son muchas y variadas. Y lo más preocupante del caso es que todas las razones han sido construidas, en mayor o menor grado por un sector u otro de los que hoy se tiran los trastos a la cabeza.
Si, es cierto: Pedro Sánchez fué elegido Secretario General en unas elecciones primarias. Y eso le confiere una legitimidad mayor que a los que anteriormente eran elegidos en conclaves representativos, igualmente democráticos, pero de menor calidad por definirlo de una manera sencilla. Pedro Sánchez fue elegido en un proceso donde los mismos dirigentes territoriales que hoy se han conjurado contra el, acordaron que debía ser el elegido movilizando a una militancia obediente para lograr su objetivo. Ese sector, que taponó cualquier lectura ante el 15M y sus consecuencias, que no fuera la pura exclusión y menosprecio; ese sector que vivió y vive de espaldas a una realidad que llamó a la puerta con la fuerza de cinco millones de votantes, siendo una gran parte antiguos votantes e incluso militantes del PSOE es el que ha conseguido su propósito, aunque éste esté todavía por aclarar.

Pero no podemos olvidar también que Pedro Sánchez laminó a un candidato elegido por primarias y empujó al partido a un estado de confusión tal, que no se sabía bien si el NO es NO, se refería al voto a Rajoy y a las terceras pero se olvidaba de "lo otro". Empujó al partido a tomar partido, y valga la redundancia. Empujó a los sectores que hasta entonces permanecían larvados a tomar posiciones y a ejercer un derecho que aunque democrático, pervertía un proceso con la clara intención de incidir en la decisión final respecto a la gobernabilidad del Estado. Y ese sector, que ideologicamente tienen una definición clara,nos guste o no, sigue pensando que con el apoyo de determinados grupos mediáticos y empresariales puede ejercer el poder, aunque conlleve una cierta pleitesía por los favores prestados y por prestar. Y una de sus torpezas es pensar que las nuevas tecnologías, las redes sociales son un instrumento que puede ser utilizado para "clavar los clavos" de la misma manera que antes, y no es así. La capacidad de movilización, interrelación y control que ejerce la red, posibilita espacios de debate que los dirigentes más conservadores no pueden ni podrán ver nunca. Y este es uno de los orígenes del problema que hoy ha situado al PSOE, quizá en el punto de inflexión más complicado de sus ciento treinta y siete años de historia: la incapacidad para leer.
No se leyó correctamente lo que ocurrió en 2011 con el 15M y los movimientos ciudadanos de protesta y reivindicación ( o en su caso se realizó una lectura excluyente y de menosprecio), y de aquella mala lectura, surgieron los lodos, que ahora decimos que nos ahogan: Podemos. Esta organización es la causa del desprecio de una parte del PSOE por los nuevos tiempos. Y ese desprecio es una clara posición ideológica claramente conservadora que nos ha situado al borde del enésimo precipicio, aunque éste es más profundo que el "marxismo" del 29 o la OTAN.
Creo que, el debate va a continuar, pues los que han logrado la dimisión del Secretario General (ojo, con la legalidad de los votos en el Comité Federal, pero con una muy deficiente legitimidad), no han calculado la dimensión de las consecuencias, pues, tarde o temprano, se convocará un Congreso, y se volverá a elegir Secretario General, y el trabajo emotivo realizado por el Secretario dimisionario, ha dado algo de sentido a una importante de la militancia, aunque fuera únicamente simbólico. Y este trabajo, puede llevarnos al principio del blucle.

De las consecuencias para la democracia española, y de los discursos del resto de partido, me voy a permitir hablar en una segunda entrega de éstas, mis reflexiones personales sobre lo que, sin duda, y a causa de la sociedad de la "información" (y la desinformación, manipulación y tendencia) se ha convertido en algo más que un debate: una obra por capítulos y demasiado larga.

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