En éstos momentos, en el que las
opiniones se vierten en favor o en contra de las posiciones
enfrentadas en la organización a nivel federal del PSOE, creo que
hay que iniciar reflexiones más allá del hecho puntual, apelando
fundamentalmente a la defensa legitima de las posiciones, pero desde
la responsabilidad y no desde el frentismo.
No hay mejor dato, que el resultado de
una crisis como la que sufrió el PSPV-PSOE en El Campello en 2011
para darse cuenta de cómo afecta a un partido político la debilidad
provocada política y electoralmente por una crisis cerrada de forma
dramatica y en falso. En ese momento existía un enfrentamiento entre
la dirección y el grupo municipal que se "resolvió" en
una Asamblea donde hubo empate matemático, finalmente "resuelto"
con una decisión que rompió el empate sin contemplar acuerdo o
consenso alguno. ¿Porqué saco a colación algo que ocurrió hace
tiempo?. Porque considero que es un ejemplo que podría ser útil
para entender, de alguna manera, lo que ocurre en el partido a nivel
federal.
Viví personalmente aquel proceso y, el
análisis que con el paso del tiempo hago es que, el proceso de
tensión que se vivió incidió directamente, junto con otros
factores, en el declive electoral del partido. Que las cosas podrían
haberse hecho de otra manera, que el dialogo debería haber primado y
el acuerdo debería haberse perseguido más allá de posiciones
personales.
El PSOE federal vive momentos críticos,
no solo para sí mismo, sino para los fines para los que existe:
influir en la sociedad, transformar la realidad en busca de mayor
igualdad y justicia social. si el debate continúa centrado en
cuestiones internas, en equilibrios de poder, en legitimidades
cuestionables y liderazgos personales, el contenido político de
dichas legitimidades y liderazgos decae, convirtiéndose en una mera
algarabía y un espectáculo mediático.
En mi opinión es evidente que
actualmente, al igual que a lo largo de la historia del PSOE, existen
diferentes visiones, posiciones e incluso perspectivas ideológicas,
pero ésto no es nuevo. Lo verdaderamente novedoso es que el debate,
la discusión e incluso el enfrentamiento se hace con luz,
taquígrafos e incluso movilizaciones de grupos de militantes y
simpatizantes mediatizados por discursos simbólicos y emotivos que
convierte el conflicto en un sainete público donde los perjudicados
son, no solo los militantes, sino la ciudadanía y, en mi opinión,
la misma democracia. No por que un partido político esté al borde
del abismo, sino porque la socialdemocracia, la izquierda moderada,
no impositiva, posibilista que puede ( y lo ha hecho) aglutinar a
millones de ciudadanos y ciudadanas pueden quedarse huérfanos,
política y electoralmente.
La "victoria" de una u otra
posición significará la perdida para ambos. Que ambos sectores
sigan empeñados en imponer y no en acordar, puede abocar a la
socialdemocracia a su desaparición, no solo como organización, sino
como posición política.
De los lodos de la ausencia de lectura
política vienen los polvos en los que nos encontramos hoy. No haber
leído y reflexionado sobre las demandas ciudadanas de 2011 y su
cristalización en una organización de izquierdas que hoy acosa
electoralmente al PSOE, nos ha situado ante un punto de inflexión
que debería ser abordado desde la sensatez y no apelando a la
bisceralidad o la lucha personal. Debería haberse abordado desde la
responsabilidad y no desde la "sectarización". Debería
apostarse inequivocamente por la democracia, sin atajos ni
modulaciones.
Una última cuestión: los grandes
beneficiados son la derecha y Podemos. Unos porque si el PSOE se
hunde, elimina a una organización, en mi opinión la única que
podría en solitario competirle el gobierno en todos sus niveles. Los
otros porque conseguirán hegemonizar el espacio electoral de la
izquierda, pese a que en solitario no sea capaz, siempre en mi
opinión, de aglutinar una mayoría suficiente como para competir
electoralmente con la derecha. Creo que son dos cuestiones sobre las
que deberíamos reflexionar con seriedad, con serenidad y con
responsabilidad.
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