jueves, 4 de agosto de 2016

De posiciones a propuestas: los residuos como problema público.

Por un lado, la política municipal, como he opinado en otras ocasiones, se encuentra en un impás al que me he referido como una potencial legislatura fallida. Las razones las he expuesto en diferentes ocasiones y no voy a referirme nuevamente a ellas. Si acaso, resumirlas nuevamente en una situación marcada y definida por un exceso de tacticismo personal-partidario. La cuestión, al margen de los difíciles equilibrios políticos, son las políticas.

En mi opinión, creo que los representantes públicos no tienen demasiado claro el significado de política pública. No cualquier acción puesta en marcha desde el gobierno municipal forma parte de una política pública, pudiendo, en su caso circunscribirlas en una cierta inercia de actos que son aceptados como parte del sentido común: fiestas, celebraciones, programas conveniados, etc.
La primera incógnita es la propia definición de problema público, algo sobre lo que se debería reflexionar para evitar la confusión con un conflicto puntual o intereses de un determinado colectivo. La segunda incógnita es la definición de la agenda política donde las políticas públicas se concreten en planes. En este aspecto, deberíamos tener en cuenta los actores que influyen o desean introducir asuntos en a agenda pública, así como los instrumentos que el gobierno municipal está dispuesto a poner en manos de la sociedad más consciente para, conjuntamente, mejorar la calidad democrática en el establecimiento de la agenda. Y en un tercer lugar, la implementación de las políticas públicas acordadas o impuestas. Su implementación debe ir dirigida a mejorar una situación negativa o que afecta negativamente a un determinado sector de la sociedad.
Evidentemente, para llegar a la implementación es necesario establecer, no solo líneas democráticas , sino que deben trabajarse amplios consensos y sociales para que un problema sectorial sea percibido como un problema colectivo, y podríamos poner un caso: el vertedero.
Este problema afecta, aparentemente, al sector de la sociedad local que vive en torno a la instalación, ¿o no es así?. Por parte de los colectivos implicados, se deben diseñar estrategias que impliquen a otros sectores, y por parte de la administración, articular mecanismos que, de forma trasversal, integre a diferentes sectores y colectivos locales: que se pueda visualizar como un problema colectivo y no de un sector determinado ya es un avance que puede mejorar el entendimiento y el dialogo.

Igualmente, las propuestas deben contener un cierto grado de flexibilidad, teniendo en cuenta diferentes factores endógenos del problema: complejidad en el tratamiento de los residuos, empleo asociado, etc.

En definitiva, y para ser propositivo, creo que la conveniencia de una mesa de dialogo más allá del dialogo sectorial administración-afectados es más que interesante. Una mesa con una composición diversa, donde ecologistas, afectados, empresa, representantes de trabajadores, etc se unan en un objetivo final: la mejora de la situación desde la concepción de que el problema es colectivo y complejo, y la situación no deseada afecta no solo de los que viven cerca de la instalación.

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