miércoles, 6 de julio de 2016

PIM,PAM,PUN.

Todos apuntan al PSOE. Podemos reflexiona sobre su refundación en función del pragmatismo y no del idealismo, pero mira de reojo al PSOE. Ciudadanos, como buen “bisagra”, mira a un lado y a otro, pero fija su atención en sus antiguos socios de pacto. Y el resto de formaciones miran igualmente al PSOE esperando que les libre de la responsabilidad de tener que pactar o abstenerse para que el candidato del PP sea investido. Y que decir del PP: mira al PSOE, no como un socio necesario, sino pensando que, tácticamente podría hundir a su “archienemigo” en función de la razón de Estado. Esta postura, que ocultan tras la rimbombante “razón de estado”, no es más que una posición instrumental que persigue la total aniquilación del único partido que podría disputarle le hegemonía electoral. La derecha sabe que la izquierda, sin el PSOE, no será adversario electoral: no sumarán lo suficiente y la estrategia de lo “menos malo” podrá así seguir siendo útil para mantener el poder.

Podemos ha llegado a la conclusión, que el “frenazo” electoral ha sido debido a la estrategia del miedo. No han pensado que el eclecticismo ideológico haya podido dejar electores en casa, ni que la soberbia de su Gran Líder haya sido algo más que una piedra en el camino del deseado “sorpasso”. Sorpasso, que por cierto, y aunque sigan manteniendo el incomprensible argumento de que iba dirigido al pp, cada día está más claro para más gente que era un subterfugio táctico que perseguía a al “archienemigo” de las clases populares que ellos, en exclusiva, deseaban y decían representar.

Y el PSOE se debate en ese farragoso territorio del qué hacer y para qué. Algunas mentes preclaras del partido han apuntado posibles salidas “honrosas”, como que se vote que no, a excepción de algunos diputados: los suficientes para facilitar el gobierno en minoría del PP. Es mucho más sencillo: el Comité Federal, que representa a la militancia entre Congresos, acordó que no apoyaría ni “por activa ni por pasiva” en el anterior proceso de investidura. Ahora, el contexto ha variado y el partido socialista ha perdido votos y escaños, mientras la derecha los ha ganado. Le toca por lo tanto al PSOE, o transitar por un incierto desierto político y electoral, donde existen “peligros” que antes no existían, o intentar, en lo posible, reconstruir un proyecto que todavía ha demostrado tener apoyos entre la ciudadanía. Un proyecto valiente pero sensato, comprometido pero realista. Y todo esto frente a un adversario que inicia el particular proceso de transformación de movimiento a partido ( proceso que el PSOE recorrió hace 137 años), que dejará, con total seguridad, un reguero de huérfanos políticos y electorales al abandonar, en nombre del pragmatismo y la realidad, las máximas que hasta el día mantenía.

De Ciudadanos y el PP casi nada nuevo en el horizonte. El “bisagra” intentando restañar su hipotético espacio político y la derecha tradicional sacando pecho del resultado electoral, presentándose como la única solución ante el “populismo”( populismo que ellos ejercen mejor que nadie). Presentándose como los “creadores de empleo y estabilidad”, aunque ésta sea de mera supervivencia en la precariedad. Lo dicho: nada nuevo, a excepción si acaso de un mayor nivel de desapego de la ciudadanía hacia lo político, algo que, indudablemente, beneficia a las posiciones de la derecha populista y más que presuntamente corrupta.


Y sobre la corrupción, mucho tendríamos que hablar, aunque el primer paso debería ser individual: que cada ciudadano y ciudadana mire hacia sus adentros y analice cuantas veces ha justificado la “pequeña” corrupción; el incumplimiento “irrelevante” de leyes y normas como parte de esa particular cultura que, eufemísticamente definimos con el “somos así”.  

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