miércoles, 13 de julio de 2016

¿No hay dos sin tres?

Tras la celebración de las elecciones del 26J, fruto de la incapacidad de los diferentes actores y grupos representados para llegar a un acuerdo tras el 20D, ya hay fecha para unas posibles “terceras” elecciones: el 27 noviembre.
El escenario tras el 26J sigue siendo, al igual que tras el 20D, fraccionado. La representación parlamentaria preserva practicamente los mismos equilibrios aunque con diferencias. La derecha gobernante ha hecho valer su posición hegemónica para incidir, a través de un insistente “que viene el lobo” ( la izquierda radical) en la activación de su voto perdido el 20D: 137 diputados y diputadas frente a 85 de la siguiente formación política. La misma estrategia que le sirvió a Adolfo Suarez en 1979 frente al PSOE ( programa oculto) le ha valido al gobierno en funciones para seguir siendo la formación más votada, aunque ésto, en un sistema parlamentario, tiene la relevancia que tiene: si no se suman los apoyos suficientes, ninguna.
La segunda fuerza política fue el PSOE, que salvó los “trastos” frente a Unidos Podemos, que fue victima de su propia estrategia. El PSOE perdió 5 escaños y Unidos Podemos obtuvo los mismos que la suma de IU y Podemos el 20D.
El esfuerzo hecho para evitar el “sorpasso” por el PSOE se ha convertido en un boomerang que puede volverse en su contra. Todos miran hacia los socialistas exigiendo una toma de posición. El PP esperando que la responsabilidad institucional acabe decantando la decisión, Unidos Podemos enrocados en su objetivo de que el PSOE pase a la historia como la muletilla de la derecha y, por consiguiente, parte de un problema que (aparentemente) solo ellos pueden solucionar.
Ciudadanos sigue como el “pagafantas” necesario, intentando dar la imagen de nueva política, pero con el objetivo puesto en salvarse de la más que probable fagocitación definitiva por parte de su hermano mayor ( el PP). Preferirían pactar con el PSOE, pero saben que ésto ya no puede ser sin la participación de Unidos Podemos, algo que va contra su propia genética ideológica.
La situación vuelve a ser complicada, y pese a que todos descarguen sus culpas en el PSOE, es éste partido el que tiene en su mano una solución, de las posibles, para desbloquear el bucle electoral en el que hemos entrado.
Puede ( después de la ambigüedad del Secretario General tras su entrevista con Rajoy) abstenerse. Y ésta abstención, en beneficio de unas instituciones que precisan de una revisión profunda al no representar las ambiciones e inquietudes de la ciudadanía. En contra del programa socialdemócrata y con un serio riesgo de transformarse definitivamente en algo que nadie desea. Puede votar que no, y con ésto, representar a los millones de ciudadanos y ciudadanas que votaron por un cambio. Representar a la militancia y a los millones de votantes socialistas y, sobre todo, recuperar la confianza de los millones de votantes que la habían perdido en favor de otras opciones.
Existen posiciones que apelando a la responsabilidad creen que la solución es dejar gobernar en minoría al partido más votado, y luego está el parlamentarismo, que puede dar como resultado, que la suma de varios, alcance un gobierno que exprese con claridad la pluralidad de la ciudadanía agregada en las urnas: 188 (85+71+32 suman más que 137). Para ello, la izquierda, el centro izquierda y el centro derecha, deben ceder espacios al acuerdo, al diálogo y al consenso. Sin apriorismos, ejerciendo la representación encomendada en las urnas, pero concretando ese otro objetivo que igualmente las urnas han encargado: un gobierno.

En mi opinión, la extraordinaria solución que vivimos debe tener una culminación rápida, plural y sensata. Arrinconar la táctica partidaria y pensar que los cambios que se dicen querer, solo se podrán realizar desde el gobierno. Sin sorpassos y sin buscar culpables: gobernando para la mayoría.

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