miércoles, 6 de julio de 2016

Examen parcial.

Existe o se ha puesto de moda (mejor dicho), una nueva costumbre entre los representantes públicos: hacer balance. Y se hace, no desde el debate público, donde poder presentar datos y argumentos: se hace desde la parcialidad. O lo que es lo mismo: en defensa de una supuesta buena nota, aunque ésta sea una autoevaluación, si se quiere, intituitiva como mucho.

La intuición dice que la experiencia ha sido buena, pese a quien pese y pese a todo. Y esa misma intuición está guiada por un objetivo tácito: crear un relato en torno a los representantes políticos que, de alguna manera, apuntalen su posición obviando las debilidades, aunque se haga referencia a ellas de pasada.

Para evaluar la política realizada se precisan instrumentos analíticos, algo de lo que normalmente se prescinde. Estos, se sustituyen por una especie de prolongación de la campaña, ahora sustentada por actuaciones llevadas a cabo en una especie de curriculum que sirva de examen parcial. Pero este examen parcial debería poder ser auditado por la ciudadanía, algo que no será posible al asumir, aunque desde un talante presuntamente de humildad ( a diferencia de sus antecesores), que el estatus adquirido “por la fortuna de las sumas y restas electorales”, les confiere la posibilidad y la capacidad de autoevaluarse en nombre de la ciudadanía.

Pero esto importa poco a esa ciudadanía que asiste, entre indiferente y ausente ( si exceptuamos a una minoría que asiste, o entre la adhesión partidista o entre un hipotético activismo vecinal) a los acontecimientos o a la ausencia de éstos. El hecho de que cuestiones como el PGOU se aborde como “lleno de limitaciones”, no le dice nada a esa ciudadania indiferente aunque debería indicarle algunas cosas. Que se “presuma” de espiritu de consenso, cuando el bloque que elevó a los cielos institucionales al actual gobierno minoritario se rompió a los pocos meses, parece decirle poco a la ciudadanía silenciosa ( término acuñado en su acepción moderna por la derecha para referirse a todos aquellos que, con su inactividad cívica; al no asistir a manifiestaciones y similares, mostraban “explicitamente” su aceptación a las políticas desarrolladas). Poco parece decirle o poco significa para la ciudadanía que los cambios sustanciales no hayan llegado. Y sí, es cierto, no existe parálisis municipal. Y no existe simple y llanamente porque para la gestión diaria casi se podría prescindir de los representantes.

No obstante hay que ser honesto y reconocer algunas virtudes demostradas a lo largo del año de gobierno que ha pasado. Virtudes como la de ser personas cercanas, que aunque no sea una virtud política, si es valorada por la gente como algo deseable, aunque en ocasiones pueda ser solo una pose. Virtudes en cuanto a la posición frente a determinados asuntos, aunque esta posición suponga un más que evidente continuísmo respecto al anterior gobierno.


Y como muestra un botón: la piscina. Esta instalación será licitada para que una empresa haga negocio ( debe ser viable). Y esto, que en principio no es ni bueno ni malo ( una simple opción de gestión), denota ese cierto continuismo al que antes me refería al desechar la búsqueda de otras vías de gestión mixta o colaborada entre empresas privadas, colectivos sociales y administración, por ejemplo. La autolimitación es un serio condicionante, y éste se produce cuando se llega a una administración, a una institución “viciada” por décadas de gobierno personalista y caprichoso de la derecha y no se cambia casi nada en su funcionamiento interno: siguen apoyándose en las personas en las que la derecha confió plenamente más de veinte años. Y ésto, no me parece lógico. Y no quiero decir que se deba o se pueda prescindir de funcionarios públicos por su vinculación o “adhesión” partidista ( que los hay, y muy “vinculados”), simplemente que, como mínimo, el intento de abrir la administración de forma real y efectiva a la participación social, habría puesta en evidencia, por ejemplo, “sobresueldos” que siguen premiando a los que antes premió la derecha, por ejemplo.

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