domingo, 26 de junio de 2016

EN CALIENTE: REFLEXIONES A BOTE PRONTO SOBRE EL 26J

Los resultados han puesto en evidencia, de alguna manera, la capacidad de las encuestas para crear tendencias. Se había dado por muerto (y enterrado) al PSOE, y ahí está, aguantando. Cinco diputados y diputadas menos, el peor de los peores resultados, no por el PSOE en sí, sino porque la suma de diputados, más los de los auto llamados a ocupar el espacio socialdemócrata se han quedado en un  mero intento, pese a los augurios que los aupaban a ser la nueva izquierda, y esto impide que un acuerdo de progreso sea muy, pero que muy complejo.

El acuerdo entre los ochenta y cinco diputados del PSOE más los setenta y uno de Unidos-Podemos precisarían de la suma de un complicado conglomerado de siglas, intereses y estrategias. El escenario es de difícil encaje. No tanto para la derecha, que pese a todo (corrupción, conspiración ministerial, etc) ha impuesto en una gran parte de la ciudadanía el discurso de “que viene el rojo”. Le ha sido útil ponerse de lado y dejar que otros se desangren en debates partidarios.

Como decía, el escenario es complejo, no solo para la formación de un gobierno de cambio, trasversal y reformista (que intentó de forma, aunque responsable, poco hábil el PSOE), sino porque en las formaciones del arco progresista subsiste un ánimo cainita poco dispuesto a asumir los errores propios y sí a culpar al de al lado de todos los errores, incluso de los propios. Y, hay que sumar a todo ésto, las posibles crisis que se puedan abrir en los partidos cuyas perspectivas no se han cumplido o que han obtenido un pírrico resultado que permite únicamente respirar aliviado por no haberse cumplido los augurios. Esas crisis pueden variar personas y estrategias, y habrá que esperar a que se aclare el panorama en los partidos condenados a entenderse. Y habrá que esperar a que la responsabilidad supere al personalismo, pues el futuro ya no será nunca lo que muchos querían que siguiera siendo. La socialdemocracia, la histórica y la que se autodenomina nueva, tienen un camino que seguir, y seguramente será paralelo, divergente pero coincidente.

El PSOE debe empezar a asumir sus errores y Unidos-Podemos dejar de aspirar a hacer desaparecer al PSOE. Si no es así, y los personalismos se imponen, y no solo eso, sino que condicionan emotivamente a los y las militantes, poco camino se andará y mucho espacio se le dejará a la derecha para que siga gobernando a golpe de sacrificios para muchos y privilegios para unos pocos.

La socialdemocracia y la izquierda más radical deben dejar de odiarse y escucharse. Seguramente para ello, los obstáculos tengan nombre y apellidos. Pero paralelamente a ésto, la actitud de los que nos decimos de izquierdas debe cambiar, debe moderarse en el intento de imponernos al otro, entender argumentos y compartir coincidencias. De lo contrario, poco camino se andará.

Parece que las posiciones moderadas aceptan el estatus quo, acatan la realidad sin querer cambiarla, pero no es así. Los que hemos llegado a posiciones más moderadas, donde el simbolismo ha dejado paso al pragmatismo queremos cambiar las cosas, pero desde el posibilismo que integre y no excluya. Hemos dejado atrás los relatos revolucionarios que tan poco prácticos son para transformar las cosas y aceptado que, ni los malos son tan malos, ni los buenos unos santos: los siete millones de votantes de la derecha no son unos idiotas, ni unos corruptos. Son quizá víctimas de una cultura que habrá que cambiar; con trabajo, con esfuerzo, contención e inteligencia.

Todos y todas son necesarios pero nadie es imprescindible. Las personas pasan, las ideas y las políticas perduran: ese debe ser nuestro objetivo.



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