La decisión del Alcalde de El
Campello de cesar a la persona que tenía asignada el Concejal de Demócrates (
parte del gobierno minoritario) ahonda en la inestabilidad de un gobierno
municipal cuyo recorrido podría estar claramente condicionado. La aritmética
municipal se hace cada día más complicada para lograr acuerdos relevantes y
necesarios. Únicamente un par de
párrafos de recuerdo.
Tras las elecciones la
investidura del Alcalde se sustentó en un acuerdo firmado por Compromís, Partido
de El Campello ( marca instrumental de Podemos), Esquerra Unida, PSPV-PSOE y el
Concejal de Demócrates. Finalmente, el gobierno municipal se forma sin la
participación directa del PSPV-PSOE. Pocos meses después, se produce la salida
( o expulsión ) de la Concejala y el Concejal de Esquerra Unida, quedando el
gobierno municipal reducido a seis miembros.
Hecho éste repaso de apoyos y salidas
del equipo de gobierno, la pregunta es ¿puede un gobierno municipal desarrollar
el trabajo institucional con seis miembros?. Pero la pregunta tiene, tras los
últimos acontecimientos otra incógnita a resolver: ¿seguirán siendo seis
concejales o pasarán a ser únicamente cinco los que sustenten el gobierno
municipal?.
Parecía claro para muchos y
muchas que los equilibrios iban a ser complejos dada la ecléctica composición
del gobierno. El único nexo, en principio, era un documento firmado por todos
los grupos que apoyaron la investidura que escenificaba una voluntad
compartida: cambiar la inercia instalada durante dos décadas de gobierno del
pp.
El Alcalde electo, se presentó públicamente
rodeado del resto de componentes del gobierno municipal cuando se escenificó la
salida de Esquerra Unida. La simbología del acto quería transmitir que no solo él
había tomado la decisión: todos los miembros del gobierno lo hacían de forma
explícita. Ahora, respecto a la asesora de Demócrates ( y número dos de ese
partido, un dato relevante), la decisión ha sido, en principio, personal. Los
argumentos, la pérdida de confianza hacia una persona asignada a un grupo que
forma parte del gobierno municipal. Y va más allá: su pérdida de confianza
personal condiciona claramente el futuro de la actual composición del gobierno:
Demócrates podría decidir engrosar el mayoritario grupo de la oposición, e
incluso propiciar un relevo en la representación, pasando a ser la asesora
cesada la Concejala ante la dimisión de su actual representante. Todas estas cuestiones
parece que crean incógnitas, pero el Alcalde se ha apresurado a contestarlas:
si el Concejal de Demócrates renuncia, nada pasará; si se produce el relevo en
la representación, nada cambiará. Y es
legítima por legal, pero es, en mi opinión, una posición personal cuyo objetivo
es escenificar una simbólica y contundente actitud ética que pone en mayores
dificultades a un gobierno en precario, máxime cuando aparentemente no existía
incompatibilidad legal en los hechos.
Las soluciones son todas
complicadas, pero pasan por una reconsideración de las actitudes personales,
poniendo en valor la política frente a lo meramente emotivo. ¿Difíciles?.
Claro, pero no imposible.
La política municipal no puede
continuar en esa inercia en la que ha caído, retroalimentándose de actos
simbólicos, manifestaciones de buenismo y actitudes personales. O pasa a un
verdadero nivel político, donde el análisis racional se combine con las
inevitables ( e incluso deseables) emociones y pulsiones personales, o el
camino hacia una reversión política está servida.
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