sábado, 14 de mayo de 2016

SUERTE Y DESGRACIA.

Si analizamos la realidad política local ( sumando expulsiones y desafecciones por desconfianza), podríamos llegar a la conclusión de que a los que hoy ocupan un puesto en el gobierno les sonrió la suerte y, parafraseando a líder de Podemos, "La posibilidad de ser Alcalde es una sonrisa del destino que siempre tendrán que agradecer". ¿Por qué?. Voy a intentar desarrollar la hipótesis sobre las dificultades de un cambio de gobierno.
El actual gobierno, parte de una oposición a que el PSPV-PSOE ocupase la Alcaldía, cuestión que propicia que Compromís la asuma. Esta posición propicia un gobierno apoyado en cuatro grupos, que se quedan en tres al salir del gobierno Esquerra Unida.  Ahora, con la nueva “crisis” abierta, podría salir Demócrates, dejando al gobierno municipal en mayor minoría si cabe. Pero ¿Es posible un cambio de gobierno, un cambio en la Alcaldía?. Era poco probable pero sería posible.
Poco probable porque tendría que darse, si o si, un acuerdo a tres banda. El pp para recuperar el gobierno precisaría del apoyo de, por ejemplo, Ciudadanos y otro grupo más. ¿Quién?. Descartando al PSOE y descartando a Esquerra Unida, nos queda el Partido de El Campello, Compromís y Demócrates.
Si pudiéramos dar por hecho un acuerdo entre pp y Ciudadanos, el tercer actor necesario podía haber sido Demócrates, al que el mismo pp alejó de cualquier posible acuerdo dado el “acoso” al que ha sometido al representante de Democrates. No obstante, la sustancial variación producida a raíz del cese de la asesora y número dos de la formación, abre nuevas posibilidades.
Pero, podrían darse otras variables. Por ejemplo:
-Que Compromís y PdC (podemos) ofreciesen entrar nuevamente a Esquerra Unida y PSPV-PSOE.  Sumarían nueve apoyos.
-Qué pp acordase con Ciudadanos y el concejal de Demócrates un frente común contra el actual gobierno en minoría, lo que propiciaría un mayor bloqueo institucional ( algo que al pp no le importaría si el fin fuera recuperar el poder, algo que ha venido demostrando a lo largo de la presente legislatura)
-Que se recuperasen los apoyos iniciales. Opción poco probable dado el enconamiento del actual gobierno frente a Esquerra Unida y las diferencias escenificadas con Demócrates en los últimos días.
-Que el PSPV-PSOE entrase en el gobierno, planteando recuperar la mayoría que sustentó la investidura como requisito. Algo igualmente improbable dadas las diferencias políticas y personales entre los diferentes representantes.
-Que pp, Ciudadanos y Demócrates acordasen un nuevo gobierno. Improbable ( pero no imposible) dadas las diferencias entre pp y Demócrates.
¿Caben otras combinaciones?. Por supuesto: las hipótesis son varias y variadas, pero todas ellas estarán condicionadas por las posiciones personales en mayor grado que las políticas, algo que condiciona el entendimiento y el acuerdo.
Y dadas las variables, todas ellas dependientes de actitudes personales y posiciones políticas cambiantes, dan respuesta a esa “suerte” a la que me refería, pues los cambios son, todos ellos posibles, pero condicionados por las actitudes personales y posiciones políticas.
Y, ante esto, lo único que cabe es seguir especulando pues las reacciones y los cambios no son fácilmente predecibles.

La desgracia es que la falta de entendimiento y acuerdo sigue bloqueando el desarrollo institucional, anclando a un gobierno cada día más débil en posiciones de resistencia y no de liderazgo, premisa imprescindible del cambio deseado y por el que hipotéticamente apostaban en 2015.

TODOS TIENEN LA CULPA, PERO NINGUNO ES CULPABLE.

Que existan diferencias, discrepancias e incluso tensiones en los gobiernos surgidos de las urnas el 15 de mayo de 2015 es algo normal. En definitiva son personas de diferente procedencia política y con diferentes visiones de la vida y la política. Pero el mandato de entendimiento que la ciudadanía transmitió a través de su voto, no se refería únicamente a la hora de repartirse el poder, sino en el gobierno, en la toma de decisiones.
En muchos de éstos gobierno lo que se hizo fue la elaboración de un acuerdo de mínimos o incluso de intenciones que sustentase un gobierno plural encargado de pasar página a tantos lustros de gobierno del pp. Y éstos acuerdos de mínimos o de principios sirvieron para sacar del gobierno a una derecha sospechosa de demasiadas cosas, que había convertido el ejercicio del poder en un acto de nepotismo y clientelismo institucionalizado, donde la ciudadanía había pasado a un tercer o cuarto plano.
Los problemas eran más que previsibles, pero ante éstos, solo cabía aplicar o retomar el mandato de las urnas: dialogo. Pero la lectura parece ser otra: el ejercicio del poder institucional más rancio. Pongamos dos ejemplos.
En el caso del Ayuntamiento de Alicante, los enfrentamientos “online” están sustituyendo los mecanismos de diálogo. Cada partido; cada organización se hace fuerte en su estatus y lo defiende contra el “adversario” interno sin atender al interés del acuerdo de cambio. En el de El Campello, el Alcalde ejerce sus competencias en un ejercicio presuntamente “ejemplarizante” como reacción a los “chantajes” ( del pp por un lado y supuestamente ante la advertencia de desequilibrios posibles ante el abandono del gobierno por parte de un concejal que hasta el día forma parte del “tripartito”). En el primer caso, se “anima” a un concejal a dimitir ante la discrepancia. En el segundo, se advierte que pase lo que pase las posiciones son inamovibles. En ambos casos se comparte una torpeza política: considerarse “poder” sin atender, ni a los equilibrios institucionales ni a los objetivos del cambio que pretendieron liderar.
En ambos casos se antepone la defensa del estatus adquirido frente a la deseable actitud de reflexión sobre los objetivos.
En mi modesta opinión, el mensaje que quisieron transmitir las urnas no se refería únicamente a la necesidad de un acuerdo que desalojara del poder a la derecha, sino que éste valor ( el del acuerdo) debía estar presente en la toma de decisiones.  Para ello hay instrumentos que deberían ponerse sobre la mesa, como por ejemplo algún tipo de comisión o grupo dedicado a resolver conflictos, con el compromiso de todos los actores en liza a aceptar los dictámenes o decisiones de dichos grupos ( grupos que deberían estar conectados, de alguna manera con la sociedad civil local para servir no solo de órgano de resolución de conflictos, sino de transmisor oficioso de opiniones de la realidad social).

Me gustaría pensar que los partidos que sustentan a los gobiernos dedican tiempo y esfuerzo a apoyar la labor de los nuevos representantes, ¿o no?. Seguramente no depende de los militantes de los partidos, sino de la voluntad de apostar por la horizontalidad orgánica de los propios representantes, siempre y cuando superen un peligroso virus que les hace situarse, de alguna manera, en una dimensión y un estatus diferente y diferenciado, olvidando que su cargo depende de la decisión de la militancia y de la ciudadanía.

MÁS QUE INESTABLES

La decisión del Alcalde de El Campello de cesar a la persona que tenía asignada el Concejal de Demócrates ( parte del gobierno minoritario) ahonda en la inestabilidad de un gobierno municipal cuyo recorrido podría estar claramente condicionado. La aritmética municipal se hace cada día más complicada para lograr acuerdos relevantes y necesarios. Únicamente  un par de párrafos de recuerdo.
Tras las elecciones la investidura del Alcalde se sustentó en un acuerdo firmado por Compromís, Partido de El Campello ( marca instrumental de Podemos), Esquerra Unida, PSPV-PSOE y el Concejal de Demócrates. Finalmente, el gobierno municipal se forma sin la participación directa del PSPV-PSOE. Pocos meses después, se produce la salida ( o expulsión ) de la Concejala y el Concejal de Esquerra Unida, quedando el gobierno municipal reducido a seis miembros.
Hecho éste repaso de apoyos y salidas del equipo de gobierno, la pregunta es ¿puede un gobierno municipal desarrollar el trabajo institucional con seis miembros?. Pero la pregunta tiene, tras los últimos acontecimientos otra incógnita a resolver: ¿seguirán siendo seis concejales o pasarán a ser únicamente cinco los que sustenten el gobierno municipal?.
Parecía claro para muchos y muchas que los equilibrios iban a ser complejos dada la ecléctica composición del gobierno. El único nexo, en principio, era un documento firmado por todos los grupos que apoyaron la investidura que escenificaba una voluntad compartida: cambiar la inercia instalada durante dos décadas de gobierno del pp.
El Alcalde electo, se presentó públicamente rodeado del resto de componentes del gobierno municipal cuando se escenificó la salida de Esquerra Unida. La simbología del acto quería transmitir que no solo él había tomado la decisión: todos los miembros del gobierno lo hacían de forma explícita. Ahora, respecto a la asesora de Demócrates ( y número dos de ese partido, un dato relevante), la decisión ha sido, en principio, personal. Los argumentos, la pérdida de confianza hacia una persona asignada a un grupo que forma parte del gobierno municipal. Y va más allá: su pérdida de confianza personal condiciona claramente el futuro de la actual composición del gobierno: Demócrates podría decidir engrosar el mayoritario grupo de la oposición, e incluso propiciar un relevo en la representación, pasando a ser la asesora cesada la Concejala ante la dimisión de su actual representante. Todas estas cuestiones parece que crean incógnitas, pero el Alcalde se ha apresurado a contestarlas: si el Concejal de Demócrates renuncia, nada pasará; si se produce el relevo en la representación, nada cambiará.  Y es legítima por legal, pero es, en mi opinión, una posición personal cuyo objetivo es escenificar una simbólica y contundente actitud ética que pone en mayores dificultades a un gobierno en precario, máxime cuando aparentemente no existía incompatibilidad legal en los hechos.
Las soluciones son todas complicadas, pero pasan por una reconsideración de las actitudes personales, poniendo en valor la política frente a lo meramente emotivo. ¿Difíciles?. Claro, pero no imposible.

La política municipal no puede continuar en esa inercia en la que ha caído, retroalimentándose de actos simbólicos, manifestaciones de buenismo y actitudes personales. O pasa a un verdadero nivel político, donde el análisis racional se combine con las inevitables ( e incluso deseables) emociones y pulsiones personales, o el camino hacia una reversión política está servida.