martes, 6 de mayo de 2014

PARO, DESILUSIÓN Y AUTOCOMPLACENCIA VERGONZOSA

Los datos del paro, junto con su utilización interesada, falsean una realidad que, para muchas familias, no ha variado lo más mínimo pese a los discursos que, utilizando torticeramente los números, enarbola la bandera de la recuperación sin tener la más mínima vergüenza hacia quienes están en la miseria.

Es difícil aislar la ciencia de la política, incluso no sería deseable, siempre y cuando la ciencia no fuera utilizada en beneficio de intereses espurios por parte de la actual clase política. Históricamente se han usado los datos estadísticos para maquillar la realidad en función de lo que interesaba. Exactamente es lo que está ocurriendo en la presunta salida de la crisis: los discursos apuntan a una salida pero la realidad dice todo lo contrario. Para ser exactos, sí es cierto que existe un leve y tímido movimiento, pero ese movimiento basado en el incremento de la exportación, por ejemplo, se debe a la "asiatización" de la clase trabajadora española, lo que en la verborrea de la clase política que hegemoniza ( en el sentido coercitivo) las instituciones es "competitividad" ( la pobreza siempre ha sido competitiva...).

La desilusión de muchos trabajadores y trabajadoras hace que se den de baja en las listas del las oficinas de empleo, o en su caso que se busquen la vida fuera de nuestro país, datos que maquillan los resultados, atribuyéndoselos el gobierno sin ninguna vergüenza, sino todo lo contrario.

El que hay familias que siguen subsistiendo de la caridad ( concepto muy cristiano, pero nadie tiene en cuenta que para ejercer la caridad, es necesaria la existencia de pobres) y de la solidaridad de algunas ONGs es un dato que desde el poder no se quiere ver; es un dato que desde el poder se quiere ocultar porque desluce los discursos falaces sobre los que están construyendo una "realidad falsa". Que hay casi un 60% de paro juvenil tampoco es relevante. Que los presupuestos públicos para Investigación y Desarrollo ( motor del crecimiento demostrado por otros países) ha bajado hasta el ridículo, que la educación pública vive sus días más tristes ( únicamente recordar el arrepentimiento de Finlandia por haber "tocado" la educación en la década de los 90, y haber propiciado una generación perdida), es una realidad que se aleja de los discursos y mensajes de un poder preocupado únicamente por crear una falsa imagen de recuperación y optimismo ( el optimismo y el realismo muchas veces están reñidos, primando, por responsabilidad el realismo)  que arrime el ascua a su "sarten electoral". La autocomplacencia del poder es una de las vergüenzas que tenemos que soportar la resignada ciudadanía, e ingenuamente me sigo preguntando...¿hasta cuando?

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