martes, 18 de marzo de 2014

¡LLEGAN LAS EUROPEAS!, ¡VIVA LA COMUNA DE PARÍS!

Y no quiero con esta especie de grito avisar de la llegada de ciudadanas de Europa a nuestro país. Lo que llegan son las elecciones Europeas, y con ellas, los discursos, las declaraciones de intenciones, los mensajes ( con más o menos contenido). Y también llegan las candidaturas. 

En un clima social crispado ante todo lo que suene a POLÍTICA, unos esperan sacar rédito de ese mismo clima desde las posiciones tradicionalmente electoralistas. Otros, en cambio apuestan por formulas e instrumentos diferentes. Lo cierto es que, el "vaciado" de contenido al que la política está sometido ( desde las mismas instituciones y entes que la hacen) no incita a participar, ni siquiera como espectador.

No obstante considero que es una obligación cívica el participar, de forma crítica evidentemente, poniendo sobre esos titulares, una opinión. Una opinión siempre personal ( como son las opiniones) pues nada más lejos de mi intención que "crear opinión o sentar cátedra". Una crítica lo más reflexiva que sea posible y capaz al actual sinsentido del debate electoral que, desgraciadamente, no viene acompañado de un debate de ideas: estas han sido sustituidas por los mensajes, donde el receptor ya no es un interlocutor, es simplemente una papeleta en blanco que ganarse para una causa.

Y para acompañar este tema en los primeros pasos de LA HOJA ROJA un recuerdo a algo que pasó en Europa hace 143 años: LA COMUNA DE PARÍS 


Unos párrafos del artículo publicado por Antoni Aguiló (Filósofo político y profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra) en el diario digital PUBLICO.

Los comuneros eran conscientes de la necesidad de romper con las viejas formas de dominación política (el parlamentarismo liberal y el Estado capitalista burgués), lo que los llevó a experimentar formas alternativas de política y sociedad.

 ...una democracia no meramente formal, sino sustantiva, participativa, que combinaba democracia representativa con democracia directa. Una democracia que representaba un proceso más allá de la toma coyuntural del poder, ya que aspiraba a sustituir el aparato burgués del Estado por otro en correspondencia con los intereses de la clase trabajadora.


Otras democracias son posibles: la Comuna de París


Está claro que nada pasado es aplicable en su estricto sentido, pero sí son, como mínimo analizables y evaluables las enseñanzas, las conclusiones, las experiencias que todo ensayo social puede aportarnos a una sociedad embutrecida y bajo la dominación de un poder que, como único argumento de legitimidad tiene las urnas y no la razón ni la ética, ni el ejemplo ( ya no hablemos de ideas o principios).

Es necesario que, desde el estudio y la reflexión, centremos el debate sobre el qué queremos y porqué lo queremos, pues desde ahí podremos ver con mayor claridad hacia donde queremos ir.

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